Treinta años rehabilitando al paciente cardiaco


Mejorar la calidad de vida del paciente que ha sufrido un episodio cardiaco y su capacidad física, evitar el deterioro psicológico, normalizar las relaciones socio-familiares y sexuales, aumentar la reincoporación laboral, facilitar el control de sus factores de riesgo y mejorar su pronóstico es la razón de ser de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, que lleva tres décadas prestando una asistencia multidisciplinar a los 320 pacientes que pasan anualmente por ella.

El perfil más frecuente de los pacientes de la unidad son los que han padecido patologías coronarias -infartos, angioplastias, operaciones, insuficiencia cardiaca...-, principal causa de muerte en España, pero también son remitidos a ella pacientes con cardiopatías congénitas intervenidas, con valvulopatías y ancianos intervenidos de degeneración aórtica.

"Cada vez vemos más pacientes con marcapasos y desfibriladores", ha explicado José María Maroto, coordinador de la unidad. El 30 por ciento de los pacientes presentan ansiedad y depresión tras el episodio. "Se creía que no tenían importancia, pero está demostrado que elevan la mortalidad".

Por eso, la intervención en la unidad no es meramente física, sino que tiene una importante parte psicológica. Los pacientes reciben sesiones de relajación y del manejo del estrés y se les aplican test para valorar la ansiedad y la depresión. Si se detectan puntuaciones altas el paciente recibe terapia individual y se vigila su evolución, a la vez que participa en la terapia grupal semanal con un psiquiatra.

"Algunos precisan continuar con el tratamiento al alta, por lo que aconsejamos a su médico de familia que les remita a salud mental. Difícilmente podemos seguirles de por vida. Somos muchos trabajando en la unidad, pero en dedicación exclusiva sólo están la enfermera y el fisioterapeuta. Los demás trabajamos en otros servicios. Lo fundamental es protocolizarlo".

La unidad cuenta con psiquiatras, psicólogos, cardiólogos, trabajadores sociales, rehabilitadores y fisioterapeutas que se encargan del tratamiento integral del paciente. Además, se contacta directamente con un especialista en andrología para algunos pacientes con disfunción eréctil que no pueden tomar los fármacos indicados.

Ejercicio físico

La intervención tiene una duración media de dos meses. Para comenzar el trabajo de ejercicio físico y mejorar la capacidad, lo primero que se realiza es una prueba de esfuerzo que determina el riesgo individual. Se pesa a los pacientes, se les hace una analítica, se controla su colesterol y se les informa de cómo debe ser una dieta cardiosaludable.

Tres días a la semana los pacientes acuden a las instalaciones para realizar estiramientos y ejercicios con pesos de 1 ó 2 kilogramos, y hacer ejercicio aeróbico en bicicleta o cinta durante unos 40 minutos. "Todos tienen especificada una frecuencia cardiaca en función de su prueba de esfuerzo. El entrenamiento se completa con un programa de marchas progresivas en su tiempo libre. Se explica la frecuencia de entrenamiento y se enseñamos a los pacientes a tomarse el pulso y a detectar si sufren arritmias.

Todas las semanas nos traen apuntados el tiempo que han caminado, si han estado a una frecuencia cardiaca estable...". Durante los ejercicios, se les monitoriza durante las dos primeras semanas. "Si hace falta se continúa durante más tiempo, como ocurre cuando llevan implantado un desfibrilador. A cualquier enfermo que explique que ha padecido un dolor en el pecho que sugiera un problema, se le realiza un electrocardiograma y se le monitoriza durante varios días".

Una vez finalizados los dos meses, se analizan las pruebas y se envía un informe al médico de familia en el que se especifica el estado del paciente y su capacidad para reincoporarse a la vida laboral. Posteriormente, los cardiólogos siguen manteniendo las revisiones. Además, los pacientes reciben información sobre su patología y consejo para abandonar el tabaco.

"El 40 por ciento de los que no lo habían dejado tras el episodio cardiaco, abandonan con esta intervención. Está claro que los pacientes mejoran físicamente, psicológicamente y en el control de los factores de riesgo. Se dice que al alta abandonan el ejercicio un porcentaje muy elevado. Yo en la consulta no soy consciente de eso; cada vez que vienen les preguntamos si caminan y cuánto. Creo que sigue entrenando el 90 por ciento de la gente, aunque haya rachas", por lo que se les sugieren alternativas para no dejar el entrenamiento, por ejemplo, durante las vacaciones o con la llegada del frío o el calor.

Estudios

Uno de los estudios de la unidad, publicado en Revista de Cardiología en 1996, consistió en un seguimiento de 180 enfermos durante más de 15 años para calcular los gastos directos e indirectos derivados de la enfermedad.

"Se dividió a los pacientes en dos grupos aleatorios y se analizaron los ingresos, si se indicaba un cateterismo o una intervención quirúrgica, las bajas laborales, y las incapacidades.El ahorro fue de 272.437 por paciente y año en los primeros doce meses. A los dos años sería de dos millones y medio de pesetas. Además, demostramos que la mortalidad es significativamente menor estadísticamente, y hay menos incidencia de cirugía y angina".

Otro trabajo publicado en la misma revista el año pasado, sobre más de 400 pacientes concluyó que el 51 por ciento padecía problemas de disfunción sexual.

Via: diariomedico.com

El día 17.07.2008 se publicó una noticia en la página web del COMIB (Colegio Oficial de Médicos de las Illes Balears). LA CONSELLERIA DE SALUT SE COMPROMETE CON ARCOR EN EL COMIB A TENER AL MENOS UN CENTRO PILOTO DE REHABILITACIÓN CARDÍACA EN UNOS MESES

Como se puede comprobar, las palabras se las lleva el viento y la promesa política no ha quedado más que en eso, en palabras. A fecha de hoy, 25 de enero de 2010, no existe en nuestra comunidad autónoma ninguna unidad de rehabilitación cardiaca.

El tratamiento de la patología cardiaca no es completo sin Rehabilitación Cardiaca

Las patologías del sistema cardiovascular son la principal causa de hospitalización en España. Sin embargo, el tratamiento dista de ser completo, pues a menudo no culmina con la rehabilitación cardiaca, abordaje que mejora la supervivencia de los afectados.

La rehabilitación cardiaca (RC) -definida por la Organización Mundial de la Salud como la suma coordinada de intervenciones para que los pacientes, por sus propios medios, puedan reanudar sus actividades de manera óptima- completa el tratamiento de los pacientes con patología cardiaca. Con ella se obtiene un descenso de la mortalidad del 20 al 26 por ciento, así como mejora en los marcadores inflamatorios, en la capacidad funcional y en el estado psicológico del paciente.

Según la última encuesta de la Sociedad Española de Rehabilitación Cardiorrespiratoria (Sorecar), en España dos tercios de los 27 centros que llevan a cabo programas de RC se concentran en tres comunidades autónomas (Cataluña, Madrid y Andalucía). Esto implica que, según la Sociedad Europea de Cardiología, menos de un 5 por ciento de la población tributaria española se beneficia de este tratamiento, mientras que en Suecia lo hacen entre el 50 y el 75 por ciento de los pacientes con indicación, y en Italia llegan al 25 por ciento.

Ese dato tiene otra interpretación: 95 de cada cien nuevos infartados no reciben rehabilitación cardiaca. Algo preocupante en tanto en cuanto la incidencia anual de infartos en España es de 68.500 casos.

A ello hay que añadir la isquemia crónica, que se presenta en el 1-2 por ciento de la población mayor de 40 años y en el 10 por ciento de aquéllos por encima de los 60 años. De hecho, la isquemia crónica (IC) es la primera causa de hospitalización en la población mayor de 65 años, responsable de 74.000 ingresos al año en España.

Eficaz, eficiente y seguro
"Aunque se rehabilita al 5 por ciento de los pacientes que han sufrido un infarto, sólo se hace lo propio con menos del 1 por ciento de los posibles candidatos, sobre todo los pacientes con IC", señala Eulogio Pleguezuelos, presidente de Sorecar, médico rehabilitador del Hospital de Mataró y miembro de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef).

Así pues, "la RC es un tratamiento eficaz, eficiente, y seguro, pero infrautilizado en España, a pesar del incremento de unidades de RC (en 2003 sólo había doce)".

Las causas de la baja implantación de los programas de rehabilitación cardiaca es multifactorial; no obstante, "podemos destacar la falta de recursos, de apoyo de las instituciones, de conocimiento e información de los pacientes, e incluso de algunos profesionales sanitarios, así como cierto desinterés por parte de cardiólogos y médicos rehabilitadores, y por último, la falta de entendimiento entre los diferentes servicios que integran las unidades multidisciplinarias e interdisciplinarias de la RC", explica Pleguezuelos.

"Los profesionales que integramos las unidades de rehabilitación cardiaca debemos hacer una reflexión importante con el objetivo de sumar nuestros conocimientos y valorar desde diferentes aspectos al paciente cardiaco para así obtener unos mejores resultados", ha apostillado. La encuesta también señala que el número de facultativos dentro de las unidades de rehabilitación cardiaca varía entre uno y tres, la mayoría de ellos con dedicación parcial. Además, el 40 por ciento de los centros no cuentan con personal de enfermería especializado.

Patología principal
Siempre según la encuesta, la presencia del psicólogo también es reducida; de hecho, casi cuatro de cada diez centros no tienen ninguno. Por otra parte, la cardiopatía isquémica es la patología principal que se trata en las unidades de rehabilitación cardiaca, seguida de la insuficiencia cardíaca. En un porcentaje inferior al 10 por ciento se realiza tratamiento para pacientes intervenidos y valvulopatías.

La mayoría de los programas duran ocho semanas en un régimen de tres veces a la semana, y todos los centros excepto uno realizan sesiones informativas sobre educación sanitaria para pacientes y familiares. Sólo un centro tiene relación con atención primaria: el Hospital Virgen de la Victoria, de Málaga, que en coordinación con la primaria realiza programas de rehabilitación extrahospitalaria.

Via: diariomedico.com

Llamazares contra la posibilidad de poder escoger tu propio médico.


El portavoz parlamentario de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares, ha pedido en una carta al Defensor el Pueblo, Enrique Múgica, que estudie la posibilidad de promover un recurso de inconstitucionalidad contra la ley de libertad de elección de médico en la Comunidad de Madrid por "su posible incompatibilidad con la Ley General de Sanidad de 1986 y la Constitución, en su artículo 45 relativo al derecho a la protección de la salud de los españoles".

Asimismo, ha enviado también cartas a la ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, y al vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, para solicitarles "que promuevan un posible conflicto de competencias de los del título IV de la Ley 2/79, del Tribunal Constitucional".

Para Llamazares, esta norma impulsada por el Gobierno de Esperanza Aguirre quiere ser "el marco legal de la denominada privatización funcional del sistema sanitario madrileño", que generará "un modelo sanitario de mercado, contrario a los principios constitucionales y las normas básicas de leyes del Estado como la Ley de Sanidad".


Via: diariomedico.com

¿Cómo puede estar el Sr. Llamazares en contra de que el paciente pueda escoger libremente a su médico?. La premisa incicial para una buena relación médico-paciente es la empatía entre ambos. Además ¿no habíamos quedado en que la profesión de médico es una profesión liberal?. Bueno, según la gente de Izquierda Unida no.

Sr. Llamazares ¿sería tan amable de salir de la demagogia simplista bueno-público y malo-privado cuando se refiera a la medicina? No hay personas y sistemas buenos o malos sino sistemas y personas eficientes.

La rehabilitación cardiaca en España

La cardiopatía isquémica, como el infarto y la angina de pecho, es la primera causa de muerte en la mayoría de las sociedades desarrolladas. La insuficiencia cardíaca, la tercera. La Rehabilitación Cardíaca (RC), según la definición de la OMS, es “la suma coordinada de intervenciones requeridas para influir favorablemente sobre la enfermedad, asegurando las mejores condiciones físicas, psíquicas y sociales para que los pacientes, por sus propios medios, puedan conservar o reanudar sus actividades en la sociedad de manera óptima.

Este tipo de programas deben de obedecer a las necesidades que los pacientes con cardiopatía desarrollan después de haber presentado un evento cardiovascular y son a largo plazo. En general, las actividades que los comprenden son: la evaluación médica y al estratificación de riesgo cardiovascular consecuente, la prescripción de programas de entrenamiento físico, el cambio de estilo de vida hacia uno cardiosaludable, la enseñanza y el consejo a los pacientes.

La rehabilitación no debe considerarse como una terapia aislada, sino que debe ser integrada en el tratamiento global de la cardiopatía, de la cual ésta forma sólo una faceta. Se trata de la prevención secundaria, es decir
mejorar la calidad de vida asociada a la salud, disminuir las limitaciones producidas por la sintomatología, promover la adaptación del paciente a sus enfermedades crónicas, controlar la depresión y la ansiedad, brindar consejo experto sobre la actividad sexual, reducir el riesgo de muerte súbita ó reinfarto, estabilizar ó revertir el proceso de aterosclerosis, fomentar el retorno al trabajo y en general, promover la reintegración a su vida cotidiana tanto laboral como social, sexual y familiar.

Pues bien, en España sólo 27 centros llevan a cabo programas de RC, de los cuales dos tercios (el 66,6) se concentran en tres comunidades autónomas (Cataluña, Madrid y Andalucía). En las Islas Baleares no hay ningún centro, ni público, ni privado, que realice programas de rehabilitación cardiaca. Esto conlleva que, según la Sociedad Europea de Cardiología, menos de un 5 por ciento de la población tributaria española se beneficia de este tratamiento, mientras que en Suecia o Alemania lo hacen entre el 50 y el 75 por ciento de los pacientes con indicación de RC. En Italia, el 25 por ciento.

Este dato tiene otra interpretación. Aproximadamente 95 de cada cien nuevos infartados no reciben rehabilitación cardíaca. Este dato es preocupante en tanto en cuanto la incidencia anual de infartos en España es de 68.500 casos. A lo cual hay que añadir la Isquemia Crónica (IC), que se presenta en el 1-2% de la población mayor de 40 años, y en el 10 por ciento de la población por encima de los 60 años.

Aunque se rehabilita al 5 por ciento de los pacientes que ha sufrido un infarto, sólo se hace lo propio con menos del 1 por ciento de los posibles candidatos, sobre todo los pacientes con insuficiencia cardiaca. Así pues, la RC es un tratamiento eficaz, eficiente, y seguro, pero infrautilizado en España.

No se está ofreciendo un tratamiento completo a los pacientes con patología cardíaca, con el que se obtendría una serie de beneficios como el descenso de la mortalidad entre el 20 y el 26 por ciento, el descenso en los marcadores inflamatorios, la mejora en la capacidad funcional, y la mejoría del estado psicológico del paciente.

Las causas de esta baja implantación de los programas de RC es multifactorial, no obstante, podemos remarcar algunas como: falta de recursos, falta de apoyo de las instituciones, falta de conocimiento e información de los pacientes, desconocimiento por parte de los profesionales sanitarios, ‘desinterés’ por parte de cardiólogos y médicos rehabilitadores, y por último, ‘falta de entendimiento’ entre los diferentes servicios que integran las unidades multidisciplinarias e interdisciplinarias de la rehabilitación cardiaca.

Se olvidan también factores económicos. Un estudio (pag.16) de la prestigiosa consultoría "
Prognos AG" para la "Sociedad Alemana de Rehabilitación Médica" -Deutsche Gesellschaft für Medizinische Rehabilitation e. V. (DEGEMED), afirma que cada euro invertido en rehabilitacion médica revierte en una ganancia para la economía nacional de cinco euros. Con la rehabilitación miles de personas pueden integrarse de nuevo al mercado laboral y por lo tanto se ahorran millones de euros en días de baja laboral y aportaciones para el desempleo o pensiones. La rehabilitación, tanto ambulatoria como la que se efectúa en hospitales, crea miles de puestos de trabajo para personal cualificado y esto revierte de nuevo en la sociedad con el consiguiente utilización y consumo de material sanitario de todo tipo, manteniendo con ello puestos de trabajo en las empresas de tecnología sanitaria. Además multitud de instalaciones hoteleras, con un mínimo en inversiones podrían ser reconvertidas en clínicas de rehabilitación especializadas en órganos o sistemas, desestacionalizando, es decir manteniendo así los puestos de trabajo durante todo el año, y creando también nuevos puestos de trabajo para personal sanitario. Cualquier hotel de un balneario, con una mínima inversión, podría servir como clínica de rehabilitación. Buenos ejemplos de ello se encuentran por toda Europa, sobre todo en Alemania. En definitiva hay que salirse del modelo de que la rehabilitación en sólo un gasto sino que puede ser el mayor generador de puestos de trabajo del sector sanitario y convertirse un día en pequeña locomotora de la economía nacional.

Medicina, Médicos y Sistema ¿Triple crisis?


En el presente artículo de opinión, José Repullo, profesor y jefe del Departamento de Planificación y Economía de la Salud, de la Escuela nacional de Sanidad (Instituto de Salud Carlos III) nos plantea si es posible renovar el contrato social para organizar la respuesta a la cronicidad.

TRIPLE CRISIS: MEDICINA, MÉDICOS Y SISTEMA; ¿PODEMOS RENOVAR EL CONTRATO SOCIAL PARA ORGANIZAR LA RESPUESTA A LA CRONICIDAD?

Es bien sabido que la medicina y los sistemas sanitarios no han sabido responder adecuadamente al cambio demográfico y epidemiológico que marca el paso al envejecimiento, la cronicidad y la co-morbilidad.

Quizás también es comúnmente conocido que tanto la medicina como los sistemas sanitarios perseveran obstinadamente en el paradigma actual de respuesta asistencial, buscando el virtuosismo en procedimientos e intervenciones singularizadas, más que en procesos integrados y trayectorias pluri-patológicas de pacientes. El encarnizamiento terapéutico en el final de la vida, es sólo el más visible, ineficiente y cruel de los excesos que se practican habitualmente.

Sin embargo, es posible que no seamos conscientes de la intensidad del desajuste y del daño que este desenfoque está produciendo, y el que puede ocasionar en la legitimidad de la medicina, en la moral de los profesionales médicos, y en la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud.

Revisemos brevemente estas tres dimensiones: medicina, médicos y sistemas sanitarios públicos.

a) La medicina moderna se ha desorientado por culpa de la fascinación tecnológica, la comodidad indolente de la hiper-especialización, y la insensata tendencia a conceder prestigio a lo molecular en detrimento de lo profesional.

Esta misma ola se ha llevado por delante el papel central que debería haber jugado la atención primaria en la medicina moderna; no sólo la ha relegado a un papel secundario, sino que ha introducido de forma insidiosa la fantasía de especializarse y acceder a procedimientos y tecnologías fascinantes: en vez de ser directores de orquesta, que es lo que deberían de ser, algunos desesperanzados creen que la salida está en aprender a tocar diversos instrumentos.

b) La profesión médica no ha sabido reaccionar a esta desorientación de la medicina; su secular debilidad colegial, su fragmentación interna, y la falta de liderazgos sabios y respetados, la han llevado a seguir los cantos de sirena, abandonando a su suerte a aquellos que no quieren seguir la irracional deriva de la medicina; y algunos han ido más lejos, echándose en brazos de las amistades peligrosas, que desde el mundo tecnológico e industrial que nos rodea, impulsan activamente que los médicos se trasmuten de profesionales a tecnólogos.

Y también los médicos se han deslizado por la pendiente de la identidad laboral alienada, llegando a asumir, más allá de lo razonable, la condición de “empleados”. Al internalizar una visión roma de las relación laborales, y sindicalizarla sin ningún contenido distintivo de nuestra particular relación con los pacientes y la sociedad, acabamos uniéndonos al victimismo dominante, que nos lleva a echar la culpa de todos nuestros males al empleador (más fácil en la sanidad pública, pues las anchas espaldas de “La Administración” soportan cualquier demanda o frustración sin el menor problema).

El corolario de esta disipación del buen profesionalismo es la desilusión y queme profesional; ¿porqué no disfrutamos los médicos practicando medicina?: muy sencillo: porque estamos dejando de hacerlo; porque hemos perdido al paciente en medio de tanto ruido y tantos medios. Y sin el paciente concreto y completo no hay buena medicina, ni satisfacción trascendente, ni sensación de trabajo bien hecho (por excelente que sea la maestría con la que hemos ejecutado un procedimiento).

c) Y los sistemas públicos de salud tampoco han sido capaces de cambiar las reglas de juego: un sistema sanitario pensado para atender procesos agudos y bien acotados, es cada vez más hostil y dañino para los pacientes que buscan respuestas más integradas y razonables.

Porque, incluso cuando se formulan buenas políticas de cambio organizativo (nuevo modelo de primaria, áreas de salud, prevención y promoción, gestión integrada de áreas, gestión por procesos y patologías, etc.), falta la energía o la inteligencia para gestionar el cambio profundo de roles profesionales que se precisa. O bien, muchos políticos acaban dejándose llevar por los mismos cantos de sirena, y se ponen al frente de la fascinación tecnológica o de la fragmentación asistencial.

Así, a pesar de las evidencias de los años 90 de que la asimetría de información (de médicos y pacientes) hace inservibles los mecanismos asignativos del mercado, muchos políticos insisten en presentar la libre elección del paciente como fuerza motora del cambio. O se unen a un hiper-hospitalocentrismo profesando la misma fe en la religión de la fascinación tecnológica dominante: sólo hay que ver qué cosas inaugura un político y donde nunca se le suele ver.

Al fragmentar y desorientar su punto de vista, el político pierde la virtud fundamental del buen gobierno; tomar decisiones de acuerdo a prioridades globales. Por eso, cualquier innovación que marginalmente aporte un átomo de eficacia (no efectividad) parece que debe ser financiada de forma inmediata y generalizada. La rivalidad entre políticos crea un dilema del prisionero, que hace que si uno no aplique la última innovación (tecnología, vacuna, etc.), otro se le adelantará y perderá el plus de prestigio y ganancia electoral.

Y en esta pendiente, los políticos alimentan las fantasías de usuarios y pacientes, y les deseducan con la seducción del clientelismo exacerbado. No sólo ellos: el complejo mediático que les rodea, llevado por lo noticiable (lo novedoso y lo adversarial) y recalentado por esas amistades peligrosas que lo financian selectivamente, complica el juego y completa la tarea deseducativa que imprime la dinámica general.

Difícil evitar que los pacientes no acusen este impacto de promesas y expectativas de los políticos, los medios y la industria; e imposible que luego no se estrellen contra el muro de la desilusión de la práctica médica, cargándose de agresividad contra el profesional de carne y hueso que al final encarna ante el paciente todo el complejo de la medicina y el sistema sanitario. El ciclo de la entropía creciente se cierra en forma de distanciamiento o relaciones cada vez más adversariales y hostiles entre médicos y pacientes.

El resultado de las tres desorientaciones es una crisis combinada: mala medicina (con excelentes procedimientos), médicos insatisfechos (que no imaginan que la causa de su mal está más cerca de lo que creen), y sistemas sanitarios cada vez más ineficientes e insostenibles. Y al calor de esta crisis, intervenciones cada vez más inapropiadas, inútiles, inclementes, insensatas… e insoportablemente caras. La desconfianza se extiende entre todos los agentes, y la legitimidad de médicos, medicinas y sistemas públicos de salud es tan precaria que puede ser barrida por un vendaval a poco que cristalice el descontento: un youtube de una médica-monja puede así poner contra las cuerdas a toda una campaña de vacunación de la gripe A.

Hay algunas buenas noticias también: que nos estamos dando cuenta del problema; que las tecnologías de información y comunicación están abriendo posibilidades de enfoques más amplios y longitudinales para la atención médica; que algunas experiencias de las llamadas “organizaciones sanitarias integradas” están dando resultados y permitiendo visualizar que otros futuros son posibles; que algunas instituciones colegiales empiezan a querer liderar un cambio real de la profesión; y que, aunque de forma tímida, la medicina ha empezado a reflexionar sobre los conflictos de interés y las fantasías que la han arrastrado tan lejos de su vocación y misión esencial.

Rafael Bengoa, consejero vasco ha puesto el tema de iniciar el cambio para atender a la cronicidad, como una estrategia central para que Osakideza mejore sus servicios y garantice su sostenibilidad. Buen camino sin duda; es la dirección apropiada.

Cuánto ayudaría que los organismos, agencias y entidades de la ciencia, la medicina y la sanidad pública hicieran una estrategia compartida, que impulsaran un nuevo contrato social para la atención a la cronicidad y el paciente frágil y pluripatológico; es decir, para la atención sanitaria en las sociedades modernas y desarrolladas.

Este sí que sería un buen pacto de estado, que permitiría ver con mucho más optimismo tanto la sostenibilidad del sistema, como el rearme moral y personal de los médicos y enfermeros que cada mañana se dedican a cuidar a nuestros conciudadanos.

José R. Repullo Labrador
Profesor y Jefe del Dpto. de Planificación y Economía de la Salud
Escuela Nacional de Sanidad / Instituto de Salud Carlos III

Via: medicosypacientes.com

Estimado Prof. Repullo, permítame que discrepe de algunas de las ideas vertidas en su artículo. No hace en ningún momento alusión a la medicina privada. Usted, como muchos otros economistas de la salud empleados del Estado, pretenden ignorar que la medicina privada en España colabora ya con un 30% de todas las prestaciones sanitarias y en algunas comunidaddes como las Islas Baleares, el número de médicos que trabajan en la medicina privada es del 46,89%, montante nada despreciable. Repito en las Baleares, la mitad de los médicos trabaja en la medicina privada. (Véase el informe de la Organización Médica Colegial de julio de 2009 sobre demografía médica en su página 31).

En su escrito nos dice que " La medicina moderna se ha desorientado por culpa de la fascinación tecnológica, la comodidad indolente de la hiper-especialización, y la insensata tendencia a conceder prestigio a lo molecular en detrimento de lo profesional." España es el país del mundo con más consumo farmacéutico por habitante y año según datos objetivos de la OCDE en un informe de 2008. A España le siguen Francia, los Estados Unidos y Australia. ¿No sería cuestión de plantearse seriamente averiguar las causas de por qué ocupamos este triste primer puesto? ¿Por qué en España se consumen tres veces más medicamentos que en Dinamarca?. Sr. Repullo, Usted conocerá los datos y es Economista de la Salud, ¿sería tan amable de aportar algunas explicaciones?

Afirma que ha sido erróneo el intentar aumentar la formación de los médicos de este grupo. En eso no le doy la razón. Las urgencias hospitalarias en España están sobrecargadas por que las urgencias de primaria son en su mayor parte inútiles para su función. Si yo pido cita para el médico de cabecera para una urgencia en un centro de salud, me puedan dar la cita para dentro de dos días. Para obtener el resultado de una analítica general pueden pasar perfectametne 7 días y para hacer una radiografía, otros tantos. Para una ecografía abdominal varias semanas, etc. Este tipo de pruebas tienen que estar solucionadas en un día, en un solo día y no sólo en caso de urgencia. Con las técnicas actuales de informacion y comunicación es esto posible. El médico de primaria tiene que tener la suficiente preparación y formación para interpretar correctamente una placa radiográfica, un electrocardiograma, para realizar una ecografía abdominal para la patología urgente y común, etc.

¿Por qué en la mayoría de centros de salud no se puede realizar una radiografía, por qué en la mayoría de los centros de salud no se puede realizar una ecografía abdominal? En otros países europeos, como Alemania, lo puede hacer cualquier médico de familia en su consulta. Sr. Repullo, el médico que dispone sólo de un talonario de recetas y un estetoscopio no puede hacer actualmente buena medicina en España, pero ni en España ni en Gambia. Sí se trata de formar a los médicos de primaria y cada vez más. No tienen que ser médicos hiperespecialistas pero sí buenos médicos de primaria, cada vez mejor preparados. Y no todo consiste en aumentar los presupuestos. ¿Por qué nadie habla de aumentar la productividad? ¿Conoce Usted las estadística de absentismo laboral del personal sanitario estatutario de las distintas autonomías? ¿Y los datos de "presencia física en horario laboral"?. Y hablando de presupuestos, la Atención primaria recibe sólo el 14% de todos los recursos sanitarios del país. (Véase el borrador de la "Evaluación del Marco Estratégico para la Mejora de la Atención Primaria. Proyecto AP-21" de la medicina pública, página 12).

Usted afirma que "el resultado de las tres desorientaciones es una crisis combinada: mala medicina (con excelentes procedimientos), médicos insatisfechos (que no imaginan que la causa de su mal está más cerca de lo que creen), y sistemas sanitarios cada vez más ineficientes e insostenibles. Y al calor de esta crisis, intervenciones cada vez más inapropiadas, inútiles, inclementes, insensatas… e insoportablemente caras." Si Usted no aporta ninguna solución yo le aporto unas cuantas.

Si considera al sistema público ineficiente e insostenible, a los médicos del sistema público como insatisfechos y la medicina que se hace en el sistema público como mala, Sr. Repullo, ¿por qué se empeñan en mantener en vida un sistema que a todas luces es ineficiente y además en todos sus eslabones? Sea valiente y aporte soluciones nuevas. Para que la medicina pública funcione necesita un elemento de competencia. Dénle al paciente la oportunidad de escoger entre pública y privada. No contrate a más funcionarios. Aumente la productividad. Disminuya el absentismo laboral. Saque a los políticos de los hospitales. ¿Le parecen pocas nuevas ideas?

Sr. Repullo, el gran pacto de Estado para la Sanidad española no está en poner de acuerdo a socialistas y populares. El gran pacto de Estado consiste en la sinergia entre la medicina pública ofertada por el Estado y las empresas y profesionales de la medicina privada. Mientras Usted siga ignorando a la medicina privada y el Estado sea el proveedor de los servicios con patente de corso, aquí no mejorará nada. El Estado tiene que regular el marco en que se desenvuelva la Sanidad, ocuparse de los que no tienen recursos, y punto. Como bien decía mi buen amigo Gonzalo Lozano, ¿qué es más importante para el ciudadano, la alimentación o la salud? La alimentación, sin duda alguna. Y si para la alimentación el Estado no se ocupa de ser el proveedor y todo funciona perfectamente ¿por qué tiene que ser el proveedor en la Sanidad? En cuestión de alimentación el Estado tiene que controlar que se cumplan los criterios de calidad que nos hemos fijado y ocuparse directa- o indirectamente de los que no tienen recursos para encontrar comida, y punto.

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