No hay obesidad que dé felicidad


La Dieta Mediterránea nos aleja de las enfermedades cardiovasculares en una proporción a tener muy presente. La clave de una buena alimentación está en planificar la compra.

Todos sabemos lo importante que es la buena alimentación. La teoría está aprendida, ¿por qué nos cuesta tanto llevarla a la práctica? Cuanto más alto es el nivel social y la educación, la concienciación sobre lo determinante de una buena alimentación es también más alta. Pero lo cierto es que vivimos en un mundo que va tan rápido que no tenemos tiempo ni para pensar. La conciencia existe, pero nos cuesta dar los pasos hacia ella. Hay que pararse a planificar la compra. Es una de las claves para llevar una buena dieta. Antes la gente lo hacía. Hace 30, 40 o 50 años todo el mundo sabía en casa lo que se comía los lunes, los martes, los miércoles... Eso nos permitía comer con cierto equilibrio. Ahora hay que comprar comida preparada para toda la semana.

¿Realmente la comida precocinada es tan mala? ¿Cuáles son las consecuencias reales en nuestra salud? Los preparados tienen grandes cantidades de grasas saturadas, de azúcar y de sal. Precisamente para que duren más se les añade sal. Y esa ingesta de cantidades superiores a las que necesitamos es incluso más peligrosa que todos los problemas de toxicidad, como la salmonela. Es sabido y está demostrado que los problemas cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer están asociados a esa ingesta.

El Predimed, un estudio que habla de la prevención con dieta mediterránea, es un proyecto sobre metabolómica y diabetes realizado por el National Health Institute de Estados Unidos, en el que se trabaja para demostrar que el patrón dietético mediterráneo de los años sesenta tiene unos beneficios para la salud cardiovascular importantísimos. Tras esos años y el estudio con 7.400 personas de alto riesgo, divididos en dos grupos, uno con una dieta de aceite de oliva y frutos secos y otro con dieta baja en grasas de todo tipo, la conclusión fue clara. El primer grupo permitió cifrar la merma de riesgo en un treinta por ciento.

Pero la idea de que la caloría engorda está anticuada. Hace años decíamos que tanto colesterol tomábamos, tanto teníamos. Ahora sabemos que sumar calorías no engorda. Depende del origen, por ejemplo si toma doscientas calorías de frutos secos a media tarde se absorben mucho mejor que unos cereales al desayuno, aunque tengan las mismas calorías.

En España el nivel de obesidad es preocupante. Llega ya al treinta por ciento y eso supone un problema muy grave. Cuando más desarrollado es un país mayor es su índice de obesidad, pero lo paradójico es que la precariedad y la crisis también son un factor de aumento. La crisis en los países desarrollados está asociada al aumento notable de la obesidad y a las enfermedades cardiovasculares. 

Hay también gente que asocia la gordura con la felicidad... pero no hay obesidad que dé la felicidad. Puede haber alguna excepción, no digo que no, pero yo que trato a muchas personas cada día le aseguro que los problemas de una persona obesa son muchos y no solo físicos, sino también psíquicos.