La muerte súbita en el deporte.


Sabemos que los deportistas mayores de 35-40 fallecen en el transcurso de la actividad física como consecuencia de la enfermedad adquirida de las arterias coronarias, es decir, por culpa de un infarto de miocardio. En estos casos, un reconocimiento médico-deportivo adecuado podría descubrir la enfermedad y salvar muchas vidas.

También sabemos que los deportistas de menos de 35-40 años fallecen por causas muy diferentes. Algunas de las enfermedades son relativamente fáciles de diagnosticar en vida (la miocardiopatía hipertrófica, la estenosis de la válvula aórtica, por ejemplo). Hay otras enfermedades muy difíciles de diagnosticar (la miocardiopatía arritmogénica, las anomalías congénitas de las arterias coronarias, entre muchas otras). En otras ocasiones, se sospecha que la muerte del deportista se ha producido por enfermedades raras que no dejan huella ni tan siquiera en las autopsias más concienzudas (algunas arritmias y otros síndromes que sólo se pueden apreciar en el electrocardiograma, por citar algunas). Pero, por si todo esto no fuera suficiente, en un porcentaje elevado de casos de fallecimientos por muerte súbita en deportistas ni tan siquiera sabemos cuál ha sido la causa que ha desencadenado el episodio letal. La Medicina, ya se ha dicho, tiene limitaciones, nos falta el conocimiento de muchas cosas, incluso tal vez no conozcamos hoy día algunas enfermedades que descubriremos en el futuro.

Puede pensarse que estas reflexiones ofrecen un panorama sombrío. No es así. En el momento actual, con los métodos diagnósticos actuales, somos capaces de descubrir muchas enfermedades que pueden provocar esta muerte y, por tanto, de evitarlas. La utilización de los reconocimientos médicos para la aptitud deportiva, la investigación de los antecedentes y el buen juicio clínico del médico, el electrocardiograma, el eco-Doppler cardiaco nos ayudan a ello. En algunas circunstancias muy concretas, podemos utilizar exploraciones más sofisticadas como estudios electrofisiológicos, resonancia cardiaca o tests genéticos, entre otros, para ayudarnos en la prevención de este problema.

Además, hay que decir que la muerte súbita del deportista sólo sucede en personas que tienen alguna enfermedad, sea esta conocida o no, pero no en corazones sanos. La dificultad radica en descubrir esa enfermedad en algunos casos. Por último, y esto es primordial, el ejercicio físico y deportivo habitual, bien es cierto que de intensidad baja-moderada, es un factor primordial de prevención del riesgo cardiovascular y se recomienda ampliamente, incluso en pacientes crónicos.

Ciertamente, es muy lamentable que se produzcan muertes súbitas en deportistas y es comprensible la conmoción social que esto provoca y, además, hay que decirlo, es imposible prevenir todos los casos de muerte súbita, pero la Medicina va dando pasos firmes hacia la reducción de su incidencia, descubriendo nuevas formas de tratamiento y de prevención (desfibriladores implantables y semiautomáticos, por citar algunos ejemplos) y realizando reconocimientos médicos a un número cada vez mayor de deportistas.

Sin duda, la sociedad debe tomar conciencia e implicarse en las medidas de prevención, entre las que es indispensable la realización de reconocimientos médico-deportivos de calidad en todos los deportistas y no sólo en los de élite, porque la muerte súbita afecta también a todos los deportistas sin fijar-se en su nivel de dedicación ni de rendimiento.

Autor: Pedro Manonelles Marqueta
Médico especialista en Medicina de la Educación Física y del Deporte, presidente de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE) y coordinador del Registro Nacional de Muerte Súbita en Deportistas