
La trombosis venosa profunda y el tromboembolismo pulmonar están considerados como manifestaciones diferentes de un mismo proceso patológico. El abordaje médico de ambas enfermedades, conocidas comúnmente como tromboembolismos venosos (TEV), ha mejorado significativamente en la última década.
El equipo que dirige Frederick A. Spencer analizó el historial médico de 1.691 habitantes de Worcester (54 por ciento mujeres, con una edad media de 65 años) que habían sido diagnosticados con tromboembolismo venoso en el año 1999, 2001 ó 2003. De éstos, 549 sufrían tromboembolismo pulmonar y 1.142 tenían trombosis venosa profunda.
A lo largo de los tres años de estudio, entre los 549 pacientes que presentaban tromboembolismo pulmonar, 31 sufrieron un trombo recurrente en el pulmón, 75 tuvieron recurrencia en cualquiera de los dos tipos de tromboembolismo venoso y 82 experimentaron un episodio hemorrágico grave (con necesidad de transfusión).
Entre los 1.142 pacientes que presentaron trombosis venosa profunda, 64 desarrollaron tromboembolismo pulmonar, 217 tuvieron tromboembolismo venoso recurrente y 146 hemorragia grave. Los pacientes que presentaron tromboembolismo pulmonar tuvieron tasas similares de un subsecuente tromboembolismo pulmonar o de trombosis venosa recurrente en comparación con aquéllos que sólo presentaron trombosis venosa profunda.
Aumento de la mortalidad
Los individuos con tromboembolismo pulmonar tuvieron más posibilidades de fallecer tras un mes (13 por ciento frente al 5,4 por ciento), un año (26 por ciento frente a 20,3 por ciento) y tres años (35,3 por ciento frente a 29,6 por ciento) que aquéllos con trombosis venosa profunda. Los pacientes cuyo curso se complicó por una hemorragia grave tuvieron más probabilidades de experimentar TEV recurrente o de fallecer a los tres años, en comparación con quienes no tuvieron dichas complicaciones.