El buen alemán.


El domingo vimos en casa la película "El buen alemán". La compramos en el Müller y la disfrutamos mi novia y yo, traducida al alemán. En versión original es en inglés. Es del 2006 y poco importa ya que está tan bien hecha que podría pasar perfectamente por ser del año 1953.

Copiar a los clásicos tiene un riesgo muy grande. En primer lugar, porque siempre estaremos luchando contra el concepto mismo de ‘copiar’, es decir, imitar servilmente el estilo de la obra de otro artista.

Si el imitador no está acertado y preciso, la copia no será apreciada; pero a pesar de que se haga una imitación perfecta, el resultado nunca se considerará original.

Y, en segundo lugar, porque un clásico lo es por una serie de características y virtudes que le hacen ser único e inimitable. Cualquier copia que no llegue mínimamente a su altura, se quedará en un vulgar homenaje.

Esto es lo que ha pasado con ‘El Buen Alemán’. Steven Soderbergh ha intentado copiar en esta película el aspecto de los filmes de cine negro de los años 40, con numerosas y percibibles referencias a la técnica de rodaje y montaje de esa época, transparencias incluidas, pero se ha quedado en una vulgar imitación sin alma por tener un pobre y aburrido guión.

El argumento no aporta nada original. Siguiendo servilmente a las obras clásicas del cine de los 40, la historia transcurre en en la Segunda Guerra Mundial, con espias rusos por medio y con un ‘duro’ norteamericano, corresponsal de guerra para más señas, como superviviente de una trama truculenta de asesinatos y corrupción, con chica enigmática de relleno, en la que está involucrado su propio bando.

Pero a diferencia de esas joyas del cine clásico, ‘El Buen Alemán’ no engancha, su trama no enamora, ni tiene el glamour de los originales en los que se mira, así que todo queda en puro formalismo y buenas intenciones.

Sí, cualquiera puede apreciar que la fotografía del filme, con ese blanco y negro tan cautivador y nostálgico, es de una factura atrayente, pero ese detalle sólo le sirve para salvarla de ser una película mala. Y, encima, como si Soderbergh se diera cuenta de su error, recurre a ella para intentar recuperar la atención del espectador; es como si nos dijera: ‘eh, que estás viendo una película como las de antes, ¿a que está chulo lo que hago?’.

Si los actores hubieran estado mejor, la cinta se hubiera librado de la quema. No sé si no han dado más porque estaban encorsetados por el formato, o porque no han sido bien dirigidos, o porque tenían las ganas justas para interpretar sus personajes.

De acuerdo al patrón clásico, el papel asignado a cada uno era el siguiente: a George Clooney le tocaba el rol de tipo duro que se crece ante las adversidades, a Cate Blanchett el de chica de fuerte personalidad, que aparentemente sobrevive con facilidad a las penurias que la vida le tiene reservadas pero que en el fondo es una mujer desvalida que necesita a un hombre que la proteja; y a Tobey Maguire el de cab***, insensible, sin escrúpulos, que hace lo que sea preciso para conseguir lo que quiere, sin importante el quién, cómo y el cuándo.

Pues bien, Clooney se queda a medias con su tipo duro y resolutivo, hasta el punto de que en algunos momentos es tan blandito que parece un alelado. Maguire tiene ese aspecto tan aniñado que su personaje se queda en un jovencito con un pelín de mala leche y poca suerte. Y, Cate Blanchett, la única salvable de este plantel, hace una copia demasiado simple de ‘madame fatal’; el que busque similitudes con los papelazos de Marlene Dietrich encontrará remotas reminiscencias.

En cualquier caso, tampoco se trata de una película que merezca ser abucheada. Como he dicho antes, hay buena intención en las formas, aunque aburra bastante. Si acaso algún silbidillo despistado.

Lo que nunca se podrá comparar esta película, como se ha hecho, es con la magistral ‘Casablanca’ porque me salen salpullidos.