El ECG anormal en atletas jóvenes es la expresión de una miocardiopatía


(12/01/2008).- El electrocardiograma es una herramienta ideal para identificar a los atletas jóvenes que se encuentran en riesgo de sufrir un episodio cardiaco grave, ya que puede alertar de una enfermedad cardiaca incipiente. The New England Journal of Medicine publica en su último número un estudio en el que se pone de manifiesto que se debe vigilar a estas personas.

Un electrocardiograma de doce derivaciones excesivamente alterado en atletas jóvenes y aparentemente sanos puede ser la expresión inicial de miocardiopatías subyacentes que no suelen ser evidentes hasta años más tarde y que normalmente se asocian con muy mal pronóstico. Los atletas con estos trazados electrocardiográficos se deberán someter a exploraciones físicas más frecuentes, según un estudio que se publicó ayer en The New England Journal of Medicine.

Los atletas jóvenes y bien entrenados pueden tener un electrocardiograma sin evidencia de enfermedad cardiaca estructural. No se sabe si esos patrones pueden corresponder a la expresión de enfermedad cardiaca subyacente con consecuencias adversas.

Por eso, el equipo de Antonio Pelliccia, del Instituto de Medicina Deportiva y Ciencia del Comité Olímpico Italiano, ha analizado el seguimiento a largo plazo en atletas con electrocardiogramas con alteraciones marcadas de la repolarización.

De la base de datos analizada en la que se incluían 12.550 deportistas, se identificaron 81 sujetos con ondas T invertidas y distribuidas de forma difusa que aparentemente no presentaban una enfermedad cardiaca y que se sometían a estudios electrocardiográficos y ecocardiográficos seriados durante un periodo de tiempo medio que oscilaba entre los nueve y los siete años. Las comparaciones se llevaron a cabo con 229 atletas control con un electrocardiograma de la misma base de datos.

De los 81 atletas con electrocardiograma anormal, cinco, el 6 por ciento, desarrollaron miocardiopatías y uno murió súbitamente con 24 años de una miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho que no se detectó clínicamente.

Entre los 80 atletas que sobrevivieron, tres presentaron características fenotípicas y clínicas de miocardiopatía hipertrófica transcurridos entre cinco y doce años, con edades de 27, 32 y 50 años, entre los que se incluía un paciente con paro cardiaco abortado.

El quinto atleta presentó una miocardiopatía dilatada transcurridos nueve años. Por el contrario, ninguno de los 229 atletas con electrocardiograma normal presentó un episodio cardiaco o diagnóstico de una miocardiopatía entre los tres y nueve años después de iniciar la evaluación.

Según los autores, las alteraciones en el electrocardiograma no son comunes, pero cuando tienen lugar se asocian con un aumento desproporcionado del riesgo de enfermedad cardiaca estructural. Dichas alteraciones se consideran como la primera expresión de una disfunción genética cardiaca que precede muchos años a la expresión fenotípica y a los eventos cardiacos adversos.