La dieta mediterránea se está perdiendo en España

Madrid (24/10/2007).- Actualmente España sigue siendo uno de los países donde se puede consumir la dieta mediterránea, pero el aumento del consumo de carnes ricas en grasas saturadas y el bajo consumo de verduras, está acabando con ella, según declaró el presidente de la Fundación Española de la Nutrición, Gregorio Varela-Moreiras, para quien dentro de poco "vamos a tener que ir a un museo para recordar la dieta mediterránea".

En la mesa redonda "Aprender a comer: errores más frecuentes y la fórmula matemática de la dieta mediterránea", organizada por la Fundación Vida Activa, Varela-Moreiras advirtió de que "si no tenemos unas herramientas potentes de educación, de fomento de la actividad física y de información nutricional, tenemos el riesgo de que el exceso de energía tenga consecuencias".

En el modelo alimentario actual predomina el elevado consumo de alimentos con baja densidad nutricional y con un gran contenido en grasas saturadas, que a largo plazo puede afectar muy negativamente a la población. Se trata de una tendencia general en los países desarrollados, aunque "comparando los porcentajes de consumo de grasa con otros países europeos, lo que nos sigue permitiendo tener menos mortalidad es la calidad de la grasa". Es decir, "cuantitativamente no hay diferencia en la grasa, pero cualitativamente sí". El problema para este especialista es que "esto tiene un fin" y, a pesar de que "estamos más protegidos, se empieza a ver un cambio".
La dieta recomendada es la alimentación de nuestros ancestros: una alimentación pobre y limitada, con escasa ingesta de carne, predominio de vegetales, donde no se consumía apenas leche, y en su mayoría era de cabra, y donde las legumbres y los cereales constituían un tándem indispensable en la mesa.

En cuanto a la calidad de dieta, las mujeres siguen la dieta mediterránea en mayor medida que los hombres, con independencia del grupo de edad o el nivel social y económico, y el motivo es que "la mujer es capaz de diseñar consciente o inconscientemente la dieta mucho mejor", si bien el Dr. Varela-Moreiras reconoce que con el tiempo los porcentajes se van igualando y "es probable que dentro de unos años no haya ninguna diferencia".

Estadísticamente la mitad de la población española trata de seguir la pirámide nutricional, sin embargo los objetivos nutricionales no se cumplen en muchas ocasiones debido a cómo elegimos los alimentos, lo que dependerá de la sensación de placer que nos aporte, la relación tamaño-precio, la facilidad de preparación, el tiempo de conservación o su efecto positivo sobre la salud.
Finalmente, advirtió que para tratar de recuperar algunos aspectos perdidos de la dieta mediterránea se debe de obtener ayuda de las nuevas tecnologías, "lo que significa que tenemos que trabajar conjuntamente con un mundo donde se desarrollen las tecnologías culinarias para lograr retener el máximo contenido nutricional de los alimentos".

Por su parte, la directora del Diploma de Alimentación y Nutrición de la Escuela Nacional de Sanidad, Maite García, advirtió de que, en contra de lo que se pueda pensar, "en alimentos no hay buenos y malos", lo importante es tomar las cantidades adecuadas y una alimentación variada. Para esta experta la dieta mediterránea ha cambiado porque han cambiado los estilos de vida de la población y ya no es lo mismo "alimentarse" y "nutrirse", salvo en los países menos desarrollados y en los sectores más pobres.

En este sentido, recordó que en España, al igual que en otros países, ha habido un cambio nutricional importante en los últimos años, pasando de la escasez de la hambruna al exceso del consumismo actual. "La población se ha hecho rica, no tiene conocimientos de nutrición y se está haciendo una sustitución de alimentos tradicionales por otros que están ocasionando mucho problemas físicos", añadió.
El aumento de las enfermedades cardiovasculares, osteoarticulares, digestivas, etc. dependerá, por tanto, de la dieta y el ejercicio físico. Para esta experta, "la mezcla entre tomar mucho alimento animal, el cocinarlo con mucha fritura y haber sustituido la fruta por un postre dulce da lugar a los que la OMS llama la epidemia del siglo XXI: la obesidad".

Finalmente, citó el uso cada vez más frecuente de productos envasados o elaborados no naturales, donde se aumenta el aporte de almidón y grasas saturadas y se limita la ingesta de proteínas y vitaminas. Por este motivo recomendó, sobre todo en la dieta de niños y los ancianos, volver a una dieta poco procesada, fresca y natural, hacer la comida en casa y no comprar productos precocinados.