¿Podemos predecir el riesgo de tromboembolismo venoso?


El tromboembolismo venoso (TEV) es un importante problema de salud médica. Uno de sus efectos más frecuentes son los trombos sanguíneos que se forman en las venas profundas de la pierna o la pelvis. Si uno de estos trombos se aloja en la arteria y alcanza los pulmones puede producir una embolia pulmonar y provocar la muerte. Este trastorno complejo está influenciado por varios factores ambientales y familiares. Sin embargo, parece ser que la genética es quién podría dar más explicaciones como factor predictivo de futuros eventos.
Esta afirmación procede de un estudio realizado por la Universidad de Lund (Malmö, Suecia) que se publicó en la revista Circulation. A partir de distintos registros suecos se identificaron 45.362 casos de hospitalización por tromboembolismo y hallaron que el hecho de tener una pareja con antecedentes de TEV no es determinante a la hora de predecir un evento, pero los antecedentes en los hermanos sí pueden ser un buen indicador. 
En este sentido, los jóvenes entre 10 y 19 años con antecedentes de hermanos presentaban un riesgo de TEV casi cinco veces mayor comparado con personas sin antecedentes en los hermanos. Más aún, cuántos más hermanos tenían antecedentes, mayor era el riesgo de padecer un episodio de TEV. 
La diferencia de edad entre los hermanos no marcaba diferencias como factor predictivo. A la luz de estos resultados, la línea de investigación iniciada por los suecos se desmarca de los estudios tradicionales sobre los factores ambientales del entorno familiar para centrarse en identificar las variantes genéticas asociadas al TEV.
Dado que la edad es un factor de riesgo del TEV es difícil determinar que influencia tiene por sí misma como predictor. De todos modos, a medida que aumenta la edad aumenta el riesgo absoluto en ambos sexos, siendo aquellos entre 70 y 75 años los que presentan un riesgo mayor. 
A pesar de que los factores familiares son igual de relevantes para ambos sexos cabe señalar que no se observaron casos para menores de 10 años. Sin embargo, se observó una incidencia ligeramente superior en las mujeres jóvenes y en los hombres mayores. 
En el caso de las mujeres hay que apuntar que esta mayor tasa de incidencia se corresponde con las edades fértiles (entre los 10 y los 40 años).