Necesidades básicas


En los derechos humanos figura, y así lo recoge la constitución española de 1978, que toda persona tiene derecho a la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.

Para la protección del derecho de todos a la protección de la salud, el Estado español ha creado un Sistema Nacional de Salud. Según la Constitución compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. Repito que la misión de Estado a de ser la de “tutelar y organizar” y en ningún sitio está escrito que él mismo ha de ser el proveedor de los servicios de salud.

Si creamos una escala con las necesidades básicas de los ciudadanos arriba indicadas, alimentación, vivienda, vestido, asistencia médica y servicios sociales, e hiciéramos una clasificación por importancia, los tres primeros puestos serían sin duda alguna para alimentación, vestido y vivienda. El cuarto y quinto puestos quedarían relegados para servicios médicos y sociales.

Si es por todos aceptado que cualquier persona en España consigue sus alimentos, su vestido y su vivienda entre la múltiple oferta de estos servicios que existe en el libre mercado y nadie se indigna que el Mercadona, la tienda de la esquina o el Bulli, así como Zara o Mango, tanto como las múltiples empresas constructoras de viviendas ganen dinero con nuestras necesidades básicas (que yo sepa, ni Eroski, ni Zara, ni la mayor parte de las constructoras son empresas sin ánimo de lucro), ¿por qué se acepta por la gran mayoría del pueblo español que el Estado sea el gran proveedor obligatorio de los servicios médicos, haciendo competencia desleal a la medicina privada y encima se echa en cara a ésta que lo único que quiere es “ganar dinero”?

Si estamos de acuerdo por ahora en estas premisas, cabe preguntarse por qué el Estado ha creado un Sistema Nacional de Salud universal para servicios médicos y no los ha creado para la alimentación, el vestido y la vivienda. En estas tres últimas necesidades básicas, el Estado se ocupa, solamente, de regular el marco en el que se desenvuelven la relaciones de los consumidores con los múltiples proveedores de estos servicios, encargándose sólo de los desprotegidos sociales. ¿Le importa al Estado dónde me visto, dónde como y me ofrece el estado una vivienda pública si tengo recursos suficientes?

La pregunta final que le hago a todos: ¿por qué es políticamente correcto ganar dinero con la alimentación, el vestido y la vivienda y no lo es con la medicina o los servicios sociales, sin ser estas dos últimas las necesidades prioritarias del ciudadano?