Sólo el 4% de los infartados acude a una unidad de rehabilitación cardiaca


Los pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio no se cuidan lo aconsejado, según se desprende de un estudio europeo que se comentó ayer en la Fundación Ramón Areces, de Madrid, en un curso sobre rehabilitación cardiaca. A la falta de especialistas hay que unir la escasez de unidades específicas en el sistema sanitario público.

La rehabilitación cardiaca y la prevención secundaria reducen la mortalidad en cerca de un 25 por ciento de los sujetos que han sufrido un infarto agudo de miocardio, pero no todos los pacientes siguen las pautas apropiadas, según se puso ayer de manifiesto en la Reunión Internacional de Prevención y Rehabilitación Cardiaca, que se ha celebrado en la Fundación Areces, de Madrid, y que ha contado con la colaboración de la Sección de Cardiología Preventiva de la Sociedad Española de Cardiología.

Los datos disponibles, procedentes del estudio Euroaspire III, no son nada esperanzadores, porque entre los sujetos que han sufrido un proceso coronario el 20 por ciento continúan fumando, el 30 por ciento tienen sobrepeso u obesidad y la diabetes en este grupo se triplica. Ante esta situación, Carmen de Pablo, de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y presidenta saliente de la Sección de Rehabilitación de la SEC, ha dicho que en España existen pocas unidades específicas de rehabilitación y que, de las cuarenta que hay, la mitad de ellas se encuentran en el sector privado.

Carlos Macaya, presidente electo de la SEC, ha destacado la importancia de la educación cardiovascular en la rehabilitación. "Es necesario controlar los factores de riesgo, lo que supone una mayor inversión por parte del profesional, en un momento en el que existe un déficit de cardiólogos".

José Antonio Casasnovas, presidente de la Sección de Rehabilitación de la SEC, se ha referido a un estudio que se ha iniciado en la fábrica de General Motors, en Zaragoza, en más de 6.500 trabajadores, en el que se analizará el ADN, la enfermedad ateroesclerótica con técnicas de imagen y proteínas asociadas a síndrome metabólico. "En este caso la Medicina del Trabajo nos ayudará a hacer el seguimiento de los pacientes, puesto que es un estudio a diez años".

Por su parte, José María Ordovás, del Departamento de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts, ha asegurado que tiene que pasar algún tiempo para que se puedan aplicar directamente los conocimientos en nutrigenómica a la práctica clínica diaria. "A corto plazo, es complicado, ya que hay que tener en cuenta que los genes están entrando en un mundo desconocido, pues se están abandonado algunos hábitos de comportamiento, como la siesta, y eso genera un estrés que puede influir en el desarrollo de estas patologías. Los factores de riesgo no se pueden considerar de forma aislada, sino que hay que manejarlos todos en conjunto".

Via: diariomedico.com