Joia, preparada para salir.
Miguel y yo en el lugar de salida.
La playa de Muro, llena de caballistas.
Un molino de Muro
También vinieron un montón de carros.
Cerca de la albufera
Esto es realmente una pasada de turismo ecuestre
Nos hartamos de limpiar y duchar a los caballos...
Después de la faena hay que celebrarlo con una buena comida.
Creo que Miguel se lo pasó muy bien.
Al llegar a casa una ducha y tumbarse en el sofá. Tras tres horas de cabalgar me duelen todos los huesos.
Mi gato Lukas, aunque no participó en la excursión, se apunta (como no) a una siesta reparadora.