
Precivilización
Para Fernández-Armesto, cabe la posibilidad de que volvamos a tener las mismas costumbres precivilizadas de nuestros antepasados: comían hace 50.000 años, solos y escondidos en una cueva o en una piedra, la carroña que encontraban en el campo. "Les está pasando igual a los jóvenes que se alimentan de platos de microondas a solas ante la pantalla del televisor o del ordenador".
La historia de la alimentación se puede escribir desde una aproximación cultural, ecológica y culinaria. "La forma más fácil de calificar los grandes cambios de los que estamos hablando es en términos de grandes revoluciones que han forjado esos actos alimentarios a lo largo de la historia. Se podría remontar a los tiempos de nuestros antepasados homínidos, que comenzaron hace millones de años a comer carne, lo que supuso grandes cambios en su forma de ser, en su estilo de vida, en su sociedad y cultura", Para Fernández-Armesto, la primera gran prueba de una cultura alimentaria fue el desarrollo del canibalismo, "uno de los rasgos que nos definen como especie humana", y que se realizaba como una práctica social.
La introducción de la cocina al fuego produjo un cambio esencial en la vida cultural de las comunidades, ya que creó un hogar y un centro de reunión.
"Pusimos la evolución casi al revés cuando iniciamos la agricultura, dando lugar a la emergencia de nuevas especies. Una selección no natural de la selección por la evolución", que provoca una explotación excesiva del medio natural, y que termina provocando el sedentarismo de las poblaciones.
Hasta comienzos de la Edad Moderna la evolución había seguido un rumbo más o menos divergente en todos los continentes. Pero en los últimos años estamos experimentando una época desconocida y sin precedentes en el mundo. Es una etapa convergente de la evolución, en la cual las distintas especies y sus hábitos se van semejando cada vez más, provocando una masificación de los productos de alimentación y de su abastecimiento.
El individualismo excesivo de las sociedades derivará en su hundimiento. Ya se está produciendo una proliferación de la comida rápida, la masificación de la productividad, las modificaciones genéticas y la casi extinción de algunas especies tradicionales, que antes eran muy apreciadas por ciertas culturas, pero que han perdido peso en el mercado globalizado. Las sociedades están perdiendo su identidad, y empobreciendo sus hábitos de vida. Sin embargo, Fernández-Armesto cree hay motivos para ser optimista y que puede producirse un renacimiento de los valores tradicionales. "Uno de los grandes problemas de la vida actual es que la comida es demasiado barata, empobrece a los productores y distorsiona los valores de la gente, que se sobrealimenta. Si la gente estuviera dispuesta a pagar más por su comida, la calidad mejoraría".
Para Fernández-Armesto, una solución que frenaría esta situación y aseguraría la supervivencia de los valores tradicionales de la sociedad sería una subida de precio de los alimentos.