Comer en exceso altera el reloj interno del organismo


Madrid (9-11-2007).- Un estudio realizado en un modelo experimental por investigadores de la Universidad Northwestern en Evanston (Estados Unidos) muestra que comer en exceso altera el mecanismo central del reloj interno del organismo, el que marca rutinas diarias como el sueño y la vigilia, descompasando las señales temporales internas que incluyen el control del apetito.

Según los científicos, que publican su trabajo en la revista
Cell Metabolism, los sujetos que seguían una dieta alta en grasas ganaron peso y de pronto mostraron una alteración en los relojes circadianos, comiendo calorías extra durante el tiempo que debían estar durmiendo o descansando. Estos descubrimientos cierran un circuito importante en los estudios que dirige Joe Bass sobre la relación entre el reloj biológico y el metabolismo.

Hace dos años el investigador publicó en la revista
Science un estudio en el que mostraba que un error o desalineación del reloj biológico podía causar estragos sobre el organismo y su metabolismo, aumentando la propensión a la obesidad y la diabetes. Según los resultados del presente estudio, la alimentación puede alterar este reloj biológico. "Descubrimos que cuando un individuo con una dieta alta en grasas gana peso come en momentos no adecuados para su ciclo de sueño-vigilia, las calorías extra son consumidas cuando debería estar descansando. Según Bass, los ciclos del reloj y el metabolismo se alimentan entre sí, creando un círculo. Una vez que se comienza a ganar peso, el reloj se altera y esta alteración empeora el problema original, afectando de forma negativa al metabolismo y aumentando la propensión a la obesidad y la diabetes.

El reloj biológico es esencial para la conducta y la fisiología de los tejidos. Su funcionamiento se nota en el cerebro, pulmón, hígado, corazón y músculos del esqueleto. Opera en un ciclo circadiano de 24 horas que gobierna funciones como el sueño y la vigilia, el descanso y la actividad, el equilibrio de los líquidos, la temperatura del organismo, los ritmos cardiacos, el consumo de oxígeno y la secreción de las glándulas endocrinas.


Los investigadores estudiaron modelos experimentales con características genéticas similares y tras alimentarlos con una dieta regular dos semanas los separaron en dos grupos durante las siguientes seis semanas, uno de ellos siguiendo la misma dieta y el otro una de alto contenido en grasas.
Después de dos semanas, los individuos que seguían la dieta grasa mostraron un cambio espontáneo en su patrón normal de actividad-alimentación y descanso-sueño. Comenzaron a comer durante el periodo en el que solían descansar o dormir. Los animales que seguían la dieta regular no mostraron este comportamiento.