Belleza y desórdenes alimentarios


La salud es un delicado equilibrio entre el buen funcionamiento orgánico y la armonía en los planos psíquico y social del ser humano. Nunca resulta más clara esta afirmación que cuando atendemos a las costumbres alimentarias de cada cultura y momento histórico. A pesar de que la medicina y la biotecnología hayan alcanzado niveles de superación jamás sospechados, la nuestra parece ser una era especialmente crítica para mantener un equilibrio saludable.

Belleza y consumo

La cultura del consumismo impone al individuo actual la necesidad de adecuar su organismo a ciertos cánones de belleza. El hombre y la mujer actuales deben ser small, medium, large o extra-large. ¿Puede la inmersa variedad de físicos encasillarse en sólo cuatro estándares? Si así fuera, ¿a qué costo para la salud? La creciente incidencia de desórdenes alimentarios como la Bulimia y la Anorexia son una respuesta a ese interrogante.

Indudablemente es la mujer la más afectada por este mal cultural. Estudios de la York University (Ontario) demostraron que las mujeres que más se adaptan a los parámetros de belleza actuales son aquellas que presentan una personalidad más insatisfecha. Son también las que mayor incidencia de trastornos alimentarios acusan.

Belleza y delgadez

El ideal de belleza femenina de la posmodernidad es brutalmente delgado.
Impuesto desde la más tierna infancia por la muñeca más vendida del mundo (ésa cuyo nombre está Ud. pensando), cristaliza en la imagen de las supermodelos que venden para las más poderosas organizaciones de la moda de todo el mundo.

Pero es claro que lograr y mantener ese estado supuestamente ideal no sólo cuesta un terrible esfuerzo y recursos económicos, sino que puede acarrear numerosos problemas de salud. Comenzando por los desórdenes alimentarios, éstos pueden repercutir en diversos planos personales y sociales.

Se sabe que una mujer que pierde un elevado porcentaje de lípidos tendrá serias dificultades para embarazarse. Muchas de ellas incurrirán en desequilibrios hormonales difíciles de restablecer.

Dietas especiales

Bajo el estímulo de bajar de peso se puede perder algo más que grasa. Dietas desbalanceadas y un uso compulsivo de gimnasias extenuantes pueden poner en peligro el equilibrio entre esa masa grasa y la masa magra (proteínas, minerales, etc.).

Si bien la pérdida de lípidos ha demostrado ser útil para reducir el riesgo ante patologías como la diabetes, la hipertensión, etc., una pérdida indiscriminada de masa corporal puede resultar nociva. La publicación irresponsable de regímenes para adelgazar ha puesto en manos de la población, especialmente la femenina, un arma que puede ser muy peligrosa.

Si volvemos al primer concepto de salud, ésta se logra con equilibrio. Y ese equilibrio incluye todos los aspectos del ser humano: el orgánico, el psicológico, el social y el espiritual. Si la cultura actual prioriza el aspecto social, imponiendo una imagen física que va en contra de la salud, es una cultura de la enfermedad. Esto constituye una auténtica paradoja en una era del desarrollo histórico de la humanidad en que la ciencia y la tecnología ponen en nuestras manos privilegiadas herramientas para lograr el bienestar.