El amor adulto.


Uno de los aspectos terribles de la juventud es la convicción de que las elecciones que hacemos son irrevocables. Si escogemos una carrera o ingresamos en una empresa, si nos casamos o no, si decidimos no tener hijos o no seguir una carrera superior, interiormente nos asusta que tengamos que vivir para siempre de acuerdo con esa elección. No sólo es posible que se produzcan cambios sino que es, hasta cierto punto inevitable que tenga lugar alguna alteración de nuestras elecciones originales. Como es habitual, durante este período actúan dos impulsos. Uno de ellos es el de edificar una estructura firme y segura para el futuro contrayendo fuertes compromisos que nos llevarán a asentarnos; ésta es la forma de serle fiel a nuestro Yo Fusionador. El otro impulso consiste en explorar y experimentar haciendo que toda estructura sea provisional y, por lo tanto, fácilmente reversible; de esa forma satisfacemos los anhelos de nuestro Yo Buscador. El mayor o menor equilibrio entre estos dos impulsos es el que marca las diferencias entre las formas en que la gente atraviesa este período de la persona adulta y determina fundamentalmente el modo en que sentimos, acerca de nosotros mismos, cuando concluye. Tanto el impulso de exploración y experimentación como el de edificación pueden verse saciados a través del amor, ya que el amar y ser amado satisface una gran parte de las necesidades relacionadas con el yo, la personalidad y el autoestima. Pero para lograr el amor "hacen falta dos", lo que por supuesto requiere de una elección, tal vez la más importante de todas, la elección de pareja; quién creemos será nuestro compañero de toda la vida, con quién compartiremos la responsabilidad de los hijos del trabajo, la casa, etc. Como sea, la elección de la pareja se da de dos formas: una puramente racional o emocionalmente intuitiva. Pero, ¿Qué razones le llevarían a elegir una persona como compañero o pareja? Las posibilidades son: que Ud. lo(a) ama, porque el o ella lo(a) ama, porque le gusta alguien que pueda ser su mejor amigo o porque le gusta alguien con quien pueda tener una relación sexual satisfactoria. Actualmente estos atributos han reemplazado ampliamente las cuestiones que han sido históricamente importantes en la elección de pareja tales como consideraciones financieras o de linaje, dándosele una mayor importancia a la interacción entre las características de una persona y la apreciación de los mismos rasgos por la otra. Pero no sólo es necesario realizar la elección, sino también que la elección sea mutua.