Presentan nuevo marcapasos que no necesita batería


Un investigador suizo, Adrian Zurbuchen, ha presentado en la universidad de Berna, un prototipo de marcapasos que no necesita una pila para cumplir con su cometido. Su motor para funcionar sigue el principio de los relojes de muñeca mecánicos que funcionan con el movimiento de la muñeca y la energía que se va almacenando con el movimiento. Las pulsaciones del corazón darán la energía que necesita.
Un marcapasos autónomo
Lo interesante de este sistema es que al ser completamente independiente de una batería no es necesario reemplazarla y ni hacer ninguna operación posterior para sustituirla. Más autónomo y con las garantías de funcionar igual que un marcapasos convencional. De momento solo se trata de un prototipo y queda para que se implemente en seres humanos.
Las pruebas en cerdos han salido bien hasta ahora y han podido hacerlo funcionar hasta 130 pulsaciones por minuto sin ningún problema. Ya está resuelto el tema de la batería, ahora queda ver si también serán capaces de hacerlos menos frágiles y soportar sin problemas el trabajo que tienen que hacer.
Vía | Science Daily

El síndrome Yentl y la salud de las mujeres


Mientras estudiaba la carrera intuía que había más cosas además de las que me explicaban. En junio de 1991, la doctora Healy le puso nombre: el síndrome Yentl, en honor a la película de 1983 dirigida y protagonizada por (la divina) Barbra Streisand donde la heroína, para poder estudiar en una escuela talmúdica, debe hacerse pasar por un hombre. En el artículo de Healy se argumentaba que, de la misma manera, en la presentación de las enfermedades las mujeres ”deben comportarse” con los estándares clínicos masculinos para recibir la misma atención. Se publicaban en el mismo número del NEJM dos trabajos que demostraban las diferencias en el esfuerzo terapéutico a favor de los varones en la enfermedad coronaria. Bernardine Healy le puso nombre a este sesgo machista utilizando las armas del método científico que le legitimaron en el foro de la ciencia.
El artículo del Síndrome de Yentl supuso tener argumentos internos y externos para poner, “el género sobre la mesa de la consulta”. Se empezaban a apartar los “velos estadísticos”que ocultaban aspectos de la salud y la enfermedad de las mujeres. Tomo prestada la expresión de Andreu Domingo ‘La mujer inmigrada tras el velo estadístico’, porque describe perfectamente la situación de invisibilidad para determinadas enfermedades que padece el resto de la población que no es la de los estudios: hombre, blanco, norteamericano de clase media. 
Esta situación ha provocado no sólo una flagrante inequidad, sino también una disminución de la calidad y la efectividad de la asistencia sanitaria porque se ha realizado un menor esfuerzo diagnóstico y terapéutico cuando el resto de la población no presentaba la clínica que en el imaginario, no sólo médico sino también de la población, se creía que debía presentar.
Siguieron a estos estudios sobre el infarto muchos otros que ponían de manifiesto la desigualdad en situaciones como los trasplantes renales o la respuesta diferencial a los fármacos en la insuficiencia cardíaca, por poner sólo dos ejemplos. En la mayoría de los casos se trataba de estudios donde el sexo, ignorado hasta entonces, se trataba como una variable a tener en cuenta, más tarde se buscaron modelos específicos para hombres y para mujeres considerando variables diferenciales. Estratégicamente, el uso de las herramientas de la investigación biomédica clásica, sirvió para que los resultados fueran aceptados y incorporados en las publicaciones y los discursos científicos. 
Los estudios han empezado a considerar matices de sexo, edad, etnia y clase que hace un par de décadas no se tenían en cuenta. Se abría el paso a los posteriores estudios de género que ampliaban las metodologías de investigación y que consideraban los determinantes psicosociales de género y su vivencia subjetiva en los procesos de salud y enfermedad. 
En estos más de veinte años se ha ido consolidando una masa crítica de investigadoras y de profesionales de la salud que han ido más allá, cuestionando no sólo los paradigmas médicos de las enfermedades, sino la estructura patriarcal de la investigación y la visión androcéntrica de la ciencia, y ofreciendo nuevos marcos teóricos y propuestas para una práctica clínica mejor y más justa.
En resumen: muchas mujeres pueden padecer una patología cardiaca que no se manifiesta de forma "clásica" según los patrones tradicionales masculinos, sino que puede presentar algunas particularidades inherentes a su género. Añado que hay que prestar algo más de atención a los síntomas de la mujeres, para que algunas enfermedades cardiovasculares no nos pasen desapercibidas.