McDevitt y su equipo han desarrollado un pequeño nano-bio-chip programado bioquímicamente para detectar las proteínas en la saliva capaces de determinar si una persona esta sufriendo un infarto o si corre un alto riesgo de sufrir un infarto en un futuro próximo.
El mecanismo del control de saliva es sencillo: una persona esputa en un tubo y la saliva se transfiere hacia una tarjeta de laboratorio clasificada que contiene el nano-bio-chip de con una batería estándar que posee varios biomarcadores. La tarjeta cargada se inserta en un analizador de datos que determina el estado del corazón del paciente en menos de quince minutos.
En un estudio realizado en 56 personas que tuvieron un infarto y en 59 pacientes controles que no lo habían sufrido, “descubrimos que nuestro test podía distinguir exactamente entre los pacientes con infarto y los pacientes controles”, ha señalado McDevitt.
Algunos pacientes que sufren infarto, especialmente las mujeres, tienen síntomas no específicos o tienen inadecuadas interpretaciones de electrocardiograma que dificultan el diagnóstico. Los test de saliva podrían utilizarse como apoyo a los electrocardiogramas y, de esta forma, “ayudarían a diagnosticar más rápidamente el infarto que no puede reconocer el electrocardiograma”, concluye McDevitt.