Los problemas auditivos y sensoriales, y el uso de fármacos sedantes elevan significativamente el riesgo de caídas en ancianos


Madrid (15-11-07).- Las caídas en los ancianos son un predictor de morbilidad y de dependencia, a la vez que pueden derivar en otros problemas más graves como es la fractura de cadera y la institucionalización. Así, estos accidentes en una persona mayor tienen importantes consecuencias físicas, psíquicas y sociales. El dato al respecto es que 33 por ciento de los mayores que viven en residencias ha sufrido alguna caída, según se expuso en el marco del XXVII Congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC).

Para la doctora Pilar Regato, coordinadora del Grupo de Atención al Mayor de semFYC, “en muchos casos, cuando el mayor acude a la consulta ya ha pasado tiempo desde que sufrió la caída y no nos la cuentan. Por este motivo, es muy importante que los profesionales llevemos a cabo una búsqueda activa y que cuando realicemos la valoración geriátrica integral preguntemos expresamente al paciente sobre estos problemas. Sufrir más de dos caídas en un mismo año supone tener un alto riesgo de que este accidente se repita.

Así como se insistió en el marco de este Congreso, la prevención de caídas constituye una de las prioridades del médico de familia en el manejo del mayor, debido a las consecuencias que tiene tanto en términos de dependencia (síndrome post caída) como de morbilidad y económicas (fracturas de cadera). Los problemas auditivos y sensoriales y el uso de fármacos sedantes elevan significativamente este riesgo de caídas. Por tanto, Caídas frecuentes, depresión, inquietud, incontinencia urinaria, estreñimiento o diarrea y pérdida de memoria son algunos de estos síntomas a los que el médico deberá prestar atención.

Mayor riesgo en el domicilio
Cuando el mayor vive sólo en su casa se incrementa más aún el riesgo de caídas. “Las posibilidades aumentan cuando se levantan para ir al cuarto de baño, que es uno de los sitios de la casa donde más percances se producen. De ahí la necesidad de adaptar la vivienda: poner barras a los lados del WC, cambiar la bañera por un plato de ducha, etc. Otro recurso muy útil es la tele asistencia, que es un sistema de vigilancia y seguridad muy eficaz”, afirma esta experta.

En muchos casos, que el mayor ingrese en una residencia es una recomendación directa del médico de familia. “Si la persona mayor no puede valerse por sí misma y la familia no puede hacerse cargo, el médico de familia habla con el/la trabajadora social para valorar la posibilidad de ingreso en la residencia. Siempre es un proceso muy largo, en el que la familia se plantea muchas dudas y durante el cual el profesional juega un papel calve en el seguimiento y apoyo de los familiares”, afirma la doctora Regato.

Por otra parte, el consumo de medicamentos figura como uno de los principales factores que contribuye a disminuir la capacidad funcional y cognitiva y eleva el riesgo de sufrir una caída. Según la doctora Regato, y en base a un estudio presentado en el marco de este Congreso, los ansiolíticos seguido de los antidepresivos son los fármacos que más incrementan el riesgo de caída en los mayores. “El efecto sedativo que tienen estos medicamentos aumenta el riesgo de que los mayores sufran una caída cuando se levantan de la cama.

Otros factores a tener en cuenta son los obstáculos físicos que existen en las calles y en las casas, es decir, todos los llamados factores extrínsecos (suelo, iluminación, escaleras, mobiliario, calzado, ropa, baño, calle transporte etc) y que, por supuesto, no deberían estar en las residencias, además del deterioro cognitivo y la demencia y los trastornos del equilibrio y la marcha”.

La doctora Regato subraya la conveniencia de revisar periódicamente y de forma sistemática todos los medicamentos que consume una persona mayor y conocer dónde viven para saber qué barreras hay dentro de la casa y qué ayudas se pueden poner en sus domicilios para evitar las caídas. En el caso de la demencia hay que detectarlo lo antes posible para trabajar con la familia y los cuidadores y así organizar conjuntamente los recursos que van a ser necesarios a lo largo del proceso de dicha enfermedad”.