El mal aliento


Este padecimiento es difícil de diagnosticar y de tratar porque con bastante frecuencia quien padece este problema, no puede percibirlo y es el último en darse cuenta. Hasta que alguien se compadece del enfermo y se lo comenta. Además pocos son los que consultan al médico o dentista y la mayoría de pacientes que padecen halitosis (mal aliento) lo único que intentan es disimularla.
El mal aliento puede ser fugaz, pasajero, crónico o permanente. Esto depende principalmente del origen, ya que la halitosis puede ser originada por diversas causas, sean locales o sistémicas.
Entre las principales causas locales podemos encontrar en primer lugar las referentes a la arcada dentaria. Piezas dentarias en mal estado, sea por caries, falta de aseo o presencia de restos alimentarios entre los espacios de los dientes. Aquí debemos mencionar que es mucho más fácil encontrar espacios interdentarios amplios o separados en adultos mayores que en niños o adolescentes. Las caries, en cambio, pueden encontrarse casi a cualquier edad. Lo que importa es que a mayor cavidad destruida en el diente o pieza molar, mayor facilidad para padecer mal aliento. Si después de comer no tenemos oportunidad de lavarse sus dientes, los restos alimentarios pronto entran en descomposición y causan mal aliento, de ahí la importancia de practicar un buen aseo dental.

Otra causa local que es fácil encontrar en la cavidad oral son las infecciones. Pueden localizarse en las encías, en las amígdalas o en los adenoides, y con seguridad causarán mal aliento. Será un cuadro pasajero, porque en cuanto se resuelva la infección, el paciente dejará de padecer su halitosis.

Hay casos crónicos originados por alteraciones locales. El ejemplo más fácil de mencionar es cuando alguien tiene sus amígdalas con criptas. Las personas que han padecido cuadros crónicos infecciosos en su garganta, tienden a desarrollar criptas en las amígdalas. Las criptas son pequeños orificios superficiales en el tejido amigdalino, fáciles de visualizar al abrir la boca y en cuyo fondo encontramos cavidades o bolsas que alojan restos alimentarios. La acumulación de estas pequeñas porciones de comida recibe el nombre de material caseoso o cáseum. 

Son muy fáciles de identificar porque cuando el paciente logra expulsarlos los aprecia como de aspecto blando, coloración blancuzca y de un característico olor que es muy fétido y desagradable, producto de la degradación o descomposición del material orgánico que se acumuló en la bolsa o cripta. Por cierto, también vale la pena señalar que si ponemos ese material en agua, su primera reacción es salir a la superficie, o sea, son más ligeros que el agua mientras están secos. Una vez impregnados de agua sí tienden a bajar en los recipientes.

Lo interesante de esta observación es que si el paciente que padece de criptas en sus amígdalas tiene la disciplina de practicar gargarismos todos los días, al terminar de lavarse sus dientes después de cada comida, será difícil que se le acumulen tantos restos alimentarios en sus criptas, y de este modo, mantendrá un mejor aseo de su boca y mejorará tambien su mal aliento.

Cuando el origen de la halitosis son las criptas amigdalinas, y no es suficiente la práctica de gargarismos ni el aseo cotidiano, lamentablemente ese paciente no tendrá otro camino que proceder a la extirpación de sus anginas para sanar de este mal.

Entre las causas de tipo sistémico que originan halitosis debemos separar aquellas que tienen origen respiratorio y las de origen alimentario. Las primeras se remiten a las infecciones: adenoiditis, amigdalitis, sinusitis, glositis, gingivitis, traqueitis, laringitis, y todas aquellas infecciones de asiento en vías respiratorias inferiores: bronquitis, pulmonía, neumonía, etc. Pero debemos señalar que las patologías cancerígenas o de tumoraciones malignas de vías respiratorias también causan mal aliento en el enfermo.
Referente al tubo digestivo, encontramos halitosis fisiológica en aquellas personas que consumen cierto tipo de alimentos. Tal es el caso de tubérculos, granos, semillas y otros alimentos. La cebolla, ajo, guindillas, rábanos, pepinos, cacahuates y condimentos son fácilmente identificables en la respiración de quien los consume. La difícil digestión de ciertos alimentos también conlleva al mal aliento. 

Sobre todo en aquellos casos de personas con deficiencias vitamínicas o de enzimas digestivas que no logran metabolizar hasta el proceso final esos nutrientes. El mejor ejemplo quizá es la leche y sus derivados, quesos, cremas y otros, cuyo consumo es tan común y necesario para el humano.

También se hace necesario hablar de otras costumbres causantes del mal aliento. Me refiero a la práctica del tabaquismo y del alcoholismo. Ambas conductas van de la mano con la halitosis, no pueden separarse.
Muchos jóvenes consultan porque tienen la creencia de que fumando pueden esconder su mal aliento, o por lo menos disimularlo, sin saber que en lugar de ello, harán mucho más notable su problema.

Otros piensan que masticando chicles o pastillas con olor lo van a combatir, hasta que se dan cuenta de que no sirve de nada eso. Algunos cepillan su dentadura con tal ahínco que llegan a lesionarse la encía y a causar pequeños sangrados, empeorando su problema, porque la sangre es muy fétida en su descomposición.


Para corregir el mal aliento deben seguirse varios caminos. El aseo adecuado y cotidiano de su boca, con seda dental y cepillando sus dientes dando un ligero masaje en sus encías. Mantener sus vías respiratorias sanas, haciendo ejercicio físico aeróbico diario. No comer en exceso alimentos condimentados, agregar la suficiente cantidad de fibras naturales a su dieta y tomar suficiente cantidad de agua . No fumar ni permanecer cerca de fumadores, porque se convierten en fumadores pasivos. Tomar alcohol sólo con las comidas, y de preferencia tomar vinos generosos que son digestivos, pero sin abusar del consumo de bebidas alcohólicas.

Por cierto, para darse cuenta de si se padece halitosis, hay que preguntarle a alguna persona con la que tengamos confianza. Debido a que las fibras sensitivas del nervio olfatorio, asentadas en la parte superior de la nariz, se acostumbran a los olores, muy pocas personas pueden percibir sus olores propios, por eso es mejor preguntarle a otro para estar seguro.