"La causa de la elevada prevalencia que la piorrea tiene hoy en día en nuestra sociedad sólo se explica a causa del desconocimiento que hay entre la gente de que es una enfermedad que se cura", según Ion Zabalegui, presidente del comité organizador. Y es que la piorrea "sigue siendo la principal causa de pérdida de dientes en el adulto, a pesar de los avances que ha habido".
La piorrea comprende dos principales afecciones. "Por un lado, se encuentra la gingivitis, que se traduce en una inflamación de las encías que rodean al diente. Y por otro, la periodontitis, que viene causada normalmente por una gingivitis previa y supone la destrucción del tejido óseo alrededor del diente".
Para ambos casos, el especialista afirma que existen soluciones eficaces que permiten a las personas tratadas conservar todas sus piezas dentarias, incluso de por vida. La primera de las medidas en las que hace hincapié Zabalegui es la prevención.
"Es muy importante el control periódico de la boca, ya que la piorrea es una infección crónica, no aguda, que va actuando progresivamente.
Así, hay un estadio en el que todavía se puede actuar con eficacia sobre ella y salvar el diente. Sin embargo, si se deja avanzar sin control, llega un momento en el que la pérdida de los dientes se hace irreversible".
Factores de riesgo
A pesar del gran desarrollo habido en la lucha contra la enfermedad periodontal, existen unos factores de riesgo que pueden provocar su aparición o agravamiento en caso de que ya exista infección.
Así, Zabalegui cita al tabaquismo como el más importante de ellos, "por su relación directa en la destrucción del tejido periodontal y porque perjudica la cicatrización y la respuesta al tratamiento desinflamatorio y al avanzado o quirúrgico". También es muy importante la susceptibilidad individual derivada de la genética de cada individuo. Los desequilibrios emocionales "como la ansiedad, la depresión esencial y los factores sistémicos pueden influir negativamente en la piorrea".
Pilares para la curación
En el caso de que la enfermedad periodontal sea detectada a tiempo, el tratamiento consta de tres pilares básicos. "El primero de ellos lo constituye el curetaje, en el que a través de curetas se elimina la placa bacteriana". Posteriormente, y en caso de que la infección específica lo precise, "se recurre a un tratamiento especializado con antibiótico". El último de los pilares es el correcto cepillado de los dientes.
"Si el paciente no elimina de forma eficaz la placa que se forma cada doce horas, será muy difícil lograr una curación completa de la piorrea".
Cicatrices y regeneración
A pesar de los avances registrados en la prevención y tratamiento de la enfermedad periodontal, sus efectos en la boca siguen dejando secuelas. "Los tejidos blandos de la herida y los tejidos duros del hueso se ven atacados por la infección, y la destrucción que en ellos se produce al actuar sobre ambos tipos de tejido provoca la aparición de cicatrices, visibles e invisibles", ha explicado Ion Zabalegui. La regeneración de tejido es uno de los campos de la odontología en los que más se está investigando en los últimos años, como fórmula para contrarrestar los efectos que deja en la boca la enfermedad periodontal. Dentro de esta área, se están desarrollando técnicas y productos que favorecen el crecimiento y la regeneración de los tejidos destruidos, como complemento del tratamiento.
Control periódico
Tanto en los casos en los que se logra salvar la dentición originaria como en los que se recurre a los implantes "el paciente no se debe olvidar que ha tenido una infección que, aunque está curada, puede volver a registrar un repunte en su actividad y volver a poner en peligro la salud de los dientes e, incluso, de los nuevos implantes que le han sido colocados".
En este sentido, Ion Zabalegui aboga por un control individualizado de la enfermedad periodontal, después de curada, "dependiendo de los factores de riesgo que todavía queden presentes tras el tratamiento". De este modo, los intervalos de seguimiento serán más frecuentes cuantos más factores de riesgo tenga el sujeto, aunque de manera general "tratamos de no hacer venir al paciente más de dos veces al año a la consulta, si bien en determinados casos es necesario una frecuencia mayor". Según ha recordado, "la boca sigue siendo el agujero séptico del cuerpo humano más importante en cuanto a número de microbios", lo que implica que es una fuente principal de infecciones y de transmisión de microbios.