Es el acto que diariamente miles de médicos realizan a sus pacientes, que son asegurados o clientes de empresas con las que contratan la protección a su salud y que, a su vez están financiadas a través del sistema MUFACE. Este acto profesional, realizado en 15-20 minutos conlleva toda una serie de estudios, análisis, preparación y sobre todo transcendencia, cuyo valor es incalculable como médicos, pero su realización debe tener una valoración como mas adelante veremos.
Asistimos actualmente a tiempos convulsos dentro de la Sanidad y su vez dentro de la actividad económica las circunstancias son complicadas. El gasto sanitario se dispara a un ritmo del 10 por ciento en los últimos años y las previsiones confirman que llegará a triplicarse por muy diversos factores: envejecimiento de la población, aumento de la técnica que se moderniza a diario, población más exigente, etc.…
Los modelos actuales de asistencia sanitaria vemos como adolecen de problemas de gestión y a ellos no son ajenas las consultas privadas, ya que al ser el ultimo proveedor de la asistencia, asume la mayoría de las problemas sobre todo los económicos...
Por otra parte el enfermo, con los cambios conceptuales ha pasado de ser paciente a ser un consumidor, un cliente o un usuario del sistema.
En la actualidad, se habla de la medicina pública en la mayoría de los casos estando incluso mal visto en algunos foros la medicina que denominamos libre o privada e incluso hay organizaciones para defender la medicina pública, organizaciones que en la asistencia privada no es preciso mantener ni pregonar. Toda la asistencia sanitaria es estrictamente privada, confidencial y muy protegida por la ley, distinto es la forma de financiarla.
Pero desde la publicación de la Ley de Ordenación de las profesiones sanitarias (LOPS) se habla de una modalidad de trabajo nueva: el ejercicio privado de la medicina en un marco temporal, estable y diferenciado del ejercicio público o mejor dicho, para entenderlo claramente, de la Seguridad Social. Pero el acto medico sigue siendo el mismo, lo único que varia es su forma de provisión.
En la asistencia privada, tanto el paciente como el profesional, autónomo o no, las aseguradoras, la administración, los Colegios y todo el complejo que interviene en el ejercicio de la profesión nos reclama un mayor control del sistema a quienes mantenemos la representación exclusiva, ordenación y defensa del acto profesional en sus aspectos éticos y deontológicos, es decir la propia sociedad asistida nos reclama mayor control a los Colegios Profesionales de Médicos, y como tales debemos ejercerlo.
La asistencia sanitaria en nuestro país está estructurada en cuatro grandes grupos:
1.-Seguridad Social o Sistema Nacional de Salud: realiza la asistencia a través de las comunidades autónomas, con las grandes diferencias de asistencia entre las mismas, rompiendo con la equidad del sistema nacional. Ofrece una cobertura universal; al contrario de lo que se piensa, sí tiene copago, ya que el acto medico termina con la compra de la medicación, y ahí está el pago del paciente (excepto los pensionistas). Los pacientes tienen asignado medico por el propio sistema (aun cuando en ocasiones se puede elegir). Mantiene listas de espera, que al 30 de junio del 2009, según informes del Consejo interterritorial para los especialistas en de 52 días, estando en lista de espera 39 pacientes de cada 1.000 habitantes y el tiempo medio de espera para una intervención quirúrgica estaba en 63 días.
2.-Sistema MUFACE: Junto con Isfas y Mugeju atiende a un colectivo algo superior a los 2 millones de personas (2,3) también con cobertura pública o copago en farmacia, de cuyo colectivo algo más del 85 por ciento eligen el sistema privado de provisión sanitaria a través de una aseguradora. Tienen libre elección directa del proveedor de salud dentro de los cuadros de las aseguradoras. Lista de espera prácticamente inexistentes hasta el momento actual. No obstante, parece, que ahora, al disminuir las aseguradoras que conciertan este sistema, y bajar el número de médicos, estas espera, aunque muy poco, comienzan a aparecer.
3.-Asistencia privada mediante aseguramiento.- Es la que se realiza mediante seguros de salud. En este sistema existe una cartera de unos 8 millones de asegurados, que tienen libre elección del profesional dentro de los cuadros médicos de las aseguradoras. Listas de espera prácticamente inexistentes y copago o no, según el contrato.
4.-Asistencia privada directa o con seguros de reembolso.- Es el modo asistencial en el que el paciente elige libremente al profesional en quien va a depositar el cuidado de su salud, sin obligarse a seleccionar un sistema de provisión sanitaria ni cuadros médicos sino con entera libertad. Dados los costes de la salud este sistema es de menor implantación en España. La espera como puede deducirse es inexistente y el paciente abona directamente los honorarios a quien le atiende.
Éste es a grandes rasgos la forma de recibir asistencia sanitaria en nuestro país al día de hoy. Pero dado que existe una cobertura universal por el mero hecho de ser español, estas formas de asistencia están muy imbricadas, se apoyan y colaboran explícita o implícitamente entre si de alguna forma.
Por dichas razones donde hay más asistencia privada, la atención pública es menos solicitada, es decir el sistema sanitario público obtiene un beneficio ya que el paciente no requiere su asistencia y lo abona en el sistema privado ya que tiene una doble cobertura sanitaria.
Los pacientes de las mutualidades acuden asimismo a un sistema también de cobertura pública pero de gestión privada, con una diferencia en el gasto sanitario del 30 al 40 por ciento, lo que a su vez supone un ahorro considerable para el sistema sanitario nacional, ahorro a tener en cuenta sobre todo en tiempo de crisis o de vacas flacas.
Pero la asistencia sanitaria es muy sensible y por eso en ambiente políticos se trata con mucho tacto aun cuando se encuentran ante estos aspectos puramente contradictorios, sobre todo desde el punto de vista económico, y los cambios han de realizarse con mucha lentitud peso a que la cooperación entre lo público y lo privado es evidente y beneficiosa para ambos sistemas.
No hay dudas de que la asistencia sanitaria tiene unos costes y estos deben valorarse tanto en la sanidad pública como en la privada. Desde los Colegios profesionales estamos interesados en las actuaciones profesionales y por eso a petición del Colegio de Médicos de Granada, la Escuela de Negocios de Andalucía ha realizado un estudio sobre los costes de la asistencia sanitaria privada en sus diferentes ámbitos de actuación y le ha llevado a valorar la consulta privada en 15.91 euros si se trabaja a tiempo completo (30 horas semanales) y a 29,15 euros si se trabaja a tiempo parcial (15 horas semanales) a lo que habría que añadir los honorarios profesionales por el acto realizado.
Si a estos costes directos se les suma el de las pruebas diagnosticas podemos obtener el coste por paciente si se analiza en el periodo asegurado y con la media de la cartera asegurada llegar al valor medio de una póliza de seguro sanitario.
Mas vamos a delimitar el escenario en que nos movemos: SISTEMA MUFACE, en el que la Mutualidad es el financiador y no tiene riesgos, las empresas aseguradoras actúan como intermediarios con el riesgo de la siniestralidad, el medico actúa como proveedor de la asistencia, con el riesgo de no tener pacientes para cubrir costes, y el paciente es el receptor de la asistencia, asistencia que es recibida con la profesionalidad que nos exige la ética y deontológica que profesamos.
En el sector privado trabajan unos 50.000 colegiados que a su vez dan empleo a unas 300.000 personas, cifras considerables en los momentos actuales.
Al financiador de la asistencia, es decir al propio Ministerio a través de MUFACE, este sistema le es más económico en un 30 por ciento; y sin riesgo de incrementarse (lo que ocurre en la Seguridad Social), además de restarle carga asistencial a los sistemas sanitarios de las comunidades autónomas.
A las Aseguradoras les va bien el papel de mediadores: reciben un capital garantizado en forma de primas, la asistencia a mutualistas les permiten incrementar sus pólizas directas y trabajar en zonas donde sin los mutualistas no podrían hacerlo. Pueden controlar el gasto orientando el flujo del mismo.
El médico por su parte está satisfecho por cuento realiza la asistencia conforme a su vocación profesional: atiende a los pacientes que libremente le elijen y los atiende de acuerdo a sus normas éticas. Pero a su vez el profesional esta contrariado por cuanto los baremos que se emplean a veces no le producen la compensación adecuada al trabajo que realiza.
El paciente finalmente aprecia este tipo de asistencia pues elige libremente al profesional en quien depositar el cuidado de su salud, no tiene listas de espera y es atendido con un nivel superior al de la Seguridad Social.
Pero con todas estas premisas nos encontramos hace unos meses con la publicación en un diario nacional que en el Consejo de Ministros del 29 de enero se habla de la revisión del pacto de Toledo y textualmente afirma dicho diario “…una fecha a partir de la cual los funcionarios de nuevo acceso a las administraciones autonómicas ingresaran en el régimen general de la Seguridad Social” por lo que la asistencia sanitaria del sistema MUFACE quedaría en situación de un colectivo cerrado, cada vez con más edad y sujeto a extinción.
Con estas intenciones puede pensarse que la Administración no apuesta por este sistema de colaboración público-privada y opta por su desaparición desincentivando a los usuarios.
Al publicarse el concierto de MUFACE para los años 2010 y 2011, con una mínima subida del 2,5 por ciento (cuando el IPC sanitario del 2009 ha sido de 6,9) a lo que se añaden garantías adicionales, algunas aseguradoras no lo han suscrito con lo que más de 200.000 funcionarios se han visto obligados al cambio buscando nueva provisión medica entre las aseguradoras ofertadas.
A su vez, las Aseguradoras que han suscrito el concierto han recortado los cuadros facultativos y de hospitales ya que los precios del concierto le son insuficientes para sufragar los costes reales de la asistencia.
Estas medidas han creado muy mal ambiente, ya que al haber menos profesionales pueden aparecer listas de espera y aquellos pacientes que estaban siendo atendidos por problemas crónicos han sido obligados a cambiar de médico lo que ha llevado a una elevación de los gastos y una disminución de la calidad asistencial con la perdida de la atención continuada.
Ante estos datos nos es preciso elevar el problema a nivel político para que desde la Administración del Estado actúen con la responsabilidad que se precisa en el momento actual.
Surgen sobre este punto varias cuestiones:
-¿Es correcto que las Administraciones, como servidores del pueblo, actúen de este modo en vez de buscar soluciones para mejorar la calidad asistencial de los funcionarios?
-¿Se desea que desaparezca el sistema?
-¿Se desea primar el ahorro sobre la calidad asistencial?
-¿Se desea anular la opción libremente elegida por 2,3 millones de funcionarios?
-¿En tiempos de crisis económica se puede prescindir de un sistema que ahorra más del 30% en la asistencia sanitaria?
-¿La Sanidad Pública Nacional sería capaz de asumir la carga de asistencia que le llegaría con la asistencia a los funcionarios del sistema MUFACE?
La respuesta a estos interrogantes la tiene el mismo organismo que ha tomado este camino. Pensamos que desde la Administración del Estado se debe reunir a todas las partes implicadas: Aseguradores, Profesionales y Funcionarios y manifestar públicamente si se desea mantener este sistema que ha funcionado a plena satisfacción de aquellos que tienen la facultad de elegir y que además es más económico, o si bien se desea que desaparezca.
En caso de permanencia del sistema deben ofertarse primas mas actualizadas a las entidades aseguradoras; y, de acuerdo con el gasto real exigir a estas mismas aseguradoras que mejoren baremos y hagan más estable la oferta a profesionales y personal sanitario.
Desde el Consejo General de Colegios de Médicos no podemos permitir la situación actual y deseamos ser escuchados por la Administración para el mantenimiento de este sistema asistencial que cuenta con el beneplácito democrático de aquellos que pueden elegir al proveedor de su salud.
Tras esta exposición y como resumen llegamos a las siguientes conclusiones:
1.-El sistema MUFACE, con calidad contrastada a lo largo de 35 años beneficio tanto a la Administración, a la que produce un ahorro en el presupuesto sanitario, como a los funcionarios, a los profesionales, a las empresas aseguradoras y a la Sanidad pública al restarse gasto en su atención sanitaria.
2.-La quiebra del sistema produciría un paro de más de 300000 puestos de trabajo en el sector sanitario español amen de provocar una carga en el sistema público que consideramos difícil de asumir.
3.-El sistema MUFACE debe mantenerse con primas adecuadas al gasto real pero exigiendo a las Aseguradoras, que al margen de sus beneficios empresariales, ofrezcan a los profesionales médicos, como proveedores de la asistencia un tratamiento contractual y retributivo acorde con los actos que realizan y necesario para mantener la calidad de los mismos.
4.-Para mantener la calidad asistencial, el tratamiento correcto y continuado de los pacientes debe alargar la duración de los conciertos con las aseguradoras y los contratos de estas con los profesionales.
5.-Es preciso la presencia en los Conciertos del Consejo General de Médicos, ya que siendo uno de sus fines la ordenación del ejercicio de la profesión y la salvaguarda de los principios deontológicos y éticos del acto profesional, su participación activa beneficia al paciente.
José María Nieto Cortijo, representante nacional de Medicina Privada por cuenta ajena del Consejo General de Colegios de Médicos.