La Medicina Privada, ¿una alternativa a la Medicina Pública?

En los últimos años la sanidad privada ha incrementado notoriamente su calidad asistencial, su dotación tecnológica y su apoyo a la investigación y la docencia. Asimismo, ha mejorado el confort del paciente, uno de los grandes fuertes de la sanidad privada. Ante esta situación, se plantea la duda de por dónde evolucionará este sector si quiere competir con el público. Los modelos sanitarios varían por comunidades autónomas, que tienen también distintos colores políticos, por eso algunas optan por rechazar este modelo de confrontación y defienden que el futuro de la privada pasa por la colaboración con la pública y por servirle de impulso e incentivo.

En España, la sanidad privada ha tenido un desarrollo muy significativo. ¿A qué se debe, si contamos con un Sistema nacional de salud público, "uno de los mejores sistemas sanitarios de los países desarrollados, que debería poder satisfacer todas las necesidades"?

En estos años ha habido una mejora constante de la sanidad privada, por eso, un conjunto de ciudadanos con libertad de elección optan por prestaciones que están fuera del Sistema Nacional de Salud, buscando, sobre todo, prestaciones que no satisface: libertad de elección, trato personalizado, unos estándares de individualización que no existen en el sector público, comodidad, una cierta cultura, etc.

Otra importante reflexión, que es la que hace el barómetro sanitario en los últimos ocho o diez años cuando se le pregunta a los españoles que dónde quieren ser atendidos (y se hace por escalones: Primaria, hospitalaria…), se refiere a que el aumento de la sanidad privada ha sido significativo, y el descenso de la pública también. El 20 por ciento de la población ha cambiado su opinión.

También han influido en esta subida la mejora de la renta de los españoles y de la atención ofrecida por el sector privado, y, en los próximos años, la sociedad española seguirá cambiando porque el ciudadano es cada vez más exigente.

Tenemos un Sistema Nacional de Salud magnífico, pero está diseñado con restricciones en cuanto a su flexibilidad en la prestación de servicios, y siempre va a haber ciudadanos que demanden esos servicios de otra manera o que consideren que no están satisfechos. Por otra parte, no es nada negativo que haya grupos de población desarrollados que aporten financiación para prestaciones sanitarias, porque eso nos beneficia a todos, implica que habrá menos presión sobre el Sistema Nacional de Salud, es una liberación de una demanda que tendría que ser atendida por éste y que se deriva. Esta tendencia no debería parecernos algo pernicioso e incluso habría que incentivarla en algunos casos.

Esta evolución ha desarrollado toda una industria privada de la Sanidad en este país, que no es pequeña. En el global del gasto sanitario, el 30 por ciento es privado; esto supone un 2,7 por ciento del PIB y genera 100.560 empleos directos y se calcula que si contamos los empleos indirectos podemos llegar a los tres millones de empleos.

El sistema privado ha ido desarrollando mecanismos de gestión bastante eficientes pese, o gracias, a tener un gran competidor, el Sistema Nacional de Salud, con una gran capacidad de penetración geográfica y poblacional. Por tanto, la industria privada tiene capacidades de inversión y gestión y, además, permite abrir nuevos capítulos de colaboración entre la Administración y la industria privada, como en el caso de la mutualidad de los funcionarios, un modelo con más de 30 años de antigüedad y que es eficiente en cuanto a coste-satisfacción; de hecho, más del 85 por ciento de los funcionarios eligen el sector privado.

En algunas comunidades autónomas existen también otros modelos que van por esta línea. Me estoy refiriendo al Modelo Alzira: una empresa privada que, por cuenta de la Administración, con financiación pública y bajo su supervisión, da el servicio con técnicas de gastos propias del sector privado. Siempre se hacen comparaciones entre los hospitales y se deja a un lado la Primaria, que también es importante, y el modelo Alzira incluye ambos aspectos. El volumen del gasto se produce en los hospitales, que mueven más dinero, y por eso están más en el candelero.

En el futuro de la Sanidad privada hay que tener en cuenta que la sanidad pública también tiene su historia, su variabilidad y futuro. Si miramos hacia la Unión Europea, que regula la forma de gestionar la Sanidad como uno de los derechos de los ciudadanos, comprendemos que no es lo mismo hablar de la sanidad privada en Europa, en España y en las comunidades autónomas. Así, Cataluña tiene un largo camino recorrido y, en otras, con la descentralización, se ha optado por potenciarla en mayor o menor medida.

La filosofía política de los últimos años ha sido que el Sistema Nacional de Salud tiene una cartera de servicios amplia que cubrir, y que por eso, la sanidad privada debe buscar, bajo el ámbito del aseguramiento, aquellas carteras complementarias, que no están cubiertas. Ahí hay un marco de colaboración y futuro, que puede referirse, por ejemplo, a la enfermedad profesional o al accidente laboral. Otra cobertura interesante serían los accidentes de tráfico, que para algunos proveedores hospitalarios representan el 45 por ciento de su facturación anual. Eso es considerado por algunos gestores de la medicina privada como "vivir de las migajas que caen de la mesa".

La entrada de la medicina privada en el Sistema Nacional de Salud depende sólo y exclusivamente de decisiones políticas y no del ciudadano en particular. Las compañías privadas están creciendo acorde con el crecimiento económico del país y cualquier variación en el incremento de la prima tiene efectos en la disminución del número de asegurados.

Por otra parte, es necesario diferenciar, dentro del sector privado, entre el aseguramiento y la provisión, porque ahí hay otro debate interesante. No es lo mismo la rentabilidad de una clínica odontológica que la de una clínica generalista. Se trata de un 1,3 por ciento en el hospital y el 50 por ciento en la clínica odontológica.

El Sistema Sanitario se potencia de un modo u otro a través de decisiones políticas, y la sanidad pública debe colaborar con la privada desde un sistema de colaboración, no de sustitución. El Sistema Nacional de Salud también "aprende" y valora lo que el ciudadano percibe y quiere, y se enfoca a dárselo, como por ejemplo habitaciones individuales en el ámbito de la obstetricia.

A la medicina privada s ele acusa de querer hacer negocio con nuestra salud. Si uno quiere hacer dinero en España, el último sitio donde se tiene que meter es en la sanidad privada, más si nos comparamos con otros países de nuestro mismo nivel de desarrollo. Durante muchos años la sanidad privada tampoco ha sido exclusivamente una alternativa desde el punto de vista hostelero. Si funcionase bien el Sistema Nacional de Salud, la medicina privada no tendría razón de ser.

No se trata de hablar de sanidad pública o privada, sino de buena sanidad. Si la medicina privada no gestionara bien, simplemente no existiría. La medicina, sea pública o privada , tiene que gestionar bien. Hay ratios de lo que cuesta una cama en un sitio y en otro, el tanto por ciento de personal que tenemos nosotros y el que hay en otros sitios. La medicina privada cuenta hasta la última gasa, y parede que eso no se hace en la pública; la medicina privada sabe también cuánto cuesta una operación de cataratas; y si se pierde dinero la medcina privada tiene que cerrar establecimientos y dejar este tipo de servicios al Sistema Nacional de Salud, que será deficitario.

Si a la medicina privada le interesa sobrevivir, tendra que buscar la forma de ser una alternativa a la sanidad pública y no quedarme como un mero hostelero, porque los hospitales pequeños lo están pasando fatal. Sólo las empresas con una estructura corporativa pueden negociar con los proveedores.

El Estado no debería intentar ser un competidor en un sector que puede ser entable para las empresas privadas. Por poner un ejemplo, el AVE (tren de alta velocidad, de titularidad pública en España) no puede hacer que quiebren empresas aéreas o de otro tipo de transporte. La Comunidad Autónoma de Madrid está reestructurando sus hospitales y está haciendo otros nuevos con camas individuales, por eso las empresas hospitalias privadas tienen que reinventarse y buscar fórmulas nuevas. Es muy difícil hacer esto viable.

Se tendría que apostar por sistemas de gestión público-privados que consigan resultados médicos, que es lo que nos importa. Por eso, antes de que la Administración vaya a construir hospitales privados, que concierten con la privada, porque ya los tienen.

Aunque hay una crisis de personal importantísima y la medicina privada continúa quitando médicos a la pública porque también dispone ya en algunos centros de un proyecto docente interesante y los médicos quieren tener sus "lentejas" garantizadas, pero también un desarrollo profesional.

Actualmente en España existe una multiplicidad de agentes en el mercado de la sanidad y múltiples modelos de hacer las cosas, la mayoría escasamente evaluados. Por otra parte, tenemos una fuerza laboral médica escasa, al menos en los próximos 15 o 20 años, y que va a condicionar mucho la prestación del servicio tanto en el sector público como en el privado, que en el fondo hay una convergencia de políticas entre todos y lo que nos importa es satisfacer a nuestro cliente-usuario-paciente, cada vez más informado y más exigente. La demanda es creciente porque la Sanidad se ha banalizado en cierta medida y se ha convertido en un bien de consumo más dentro del estado del bienestar, y los modelos deprovisión se están tensionando, tanto en el público como el privado, y tenemos que hacerlos sostenibles tanto a corto como a medio-largo plazo.

El ciudadano exige los valores de universalidad, equidad y accesibilidad y le da lo mismo que eso lo haga el sector público o el privado, siempre que se le garantice una calidad adecuada en la prestación de ese servicio, siempre que le resuelva el problema, rápido, de forma adecuada y con calidad.

Hasta ahora el sector sanitario ha sido un sector muy regulado, o era planificación o era mercado, pero tenemos que empezar a entrar en un momento en el que el ciudadano tiene más capacidad de decisión sobre lo que quiere para él y su salud, y, por lo tanto, va a tener más capacidad de elección en un fututo y posiblemente eso cambie el peso específico de las partes. La medicina privada puede llegar a ser una alternativa, en el marco de colaboración público-privado, que es un marco de futuro y que la Administración, para garantizarle lo mejor, lo más rápido y viable al ciudadano, tiene la obligación de establecer.

Primero, un marco de financiación adecuado en el que el dinero siga al paciente y en el que el paciente elija, y un marco estratégico claro en el que cada uno sepa el papel que tiene que jugar. Es decir, cuáles son las reglas del juego para que se pueda establecer un plan de trabajo de la medicina privada, en colaboración con la sanidad pública y garantizar con los mismos estándares de calidad aquello que la sanidad pública. La garantía ya no es patrimonio único de la sanidad pública y el dinero público es únicamente manejado por la pública.

El doble aseguramiento ha tenido un crecimiento en función del desarrollo económico del país; evidentemente, cuanto más dinero tiene el ciudadano, más invierte, y esto les ha permitido elegir; y esta elección ha descargado los servicios públicos. El ciudadano elige todavía el sector público posiblemente porque hay procesos que hasta ahora no ha hecho, ni va a hacer en un fututo la privada, como los procesos de altísima complejidad técnica y de importante dotación económica, inviables para la privada, como tratar a hemofílicos o hacer trasplantes, con las primas que pagan los asegurados. Si el asegurado tuviera la posibilidad de escoger entre pagar a una compañía aseguradora privada o pagar a una pública, probalemente estaría dispuesto a pagar algo más a las privadas y así éstas podría ofrecer también este tipo de servicios.

Existe un marco claro de colaboración privado-público, no alternativo, y la medicina privada tiene que participar y ayudar a la pública. De hecho, el concepto es de red sanitaria única, de utilización pública; es decir, me vale cualquier centro que esté acreditado y que preste con calidad adecuada los servicios al ciudadano, rápido y bien. La Administración ha de ser el garante de esos valores que son la accesibilidad, la universalidad y la gratuidad de esa prestación.

El sistema privado genera más satisfacción porque está menos masificado y realmente se puede escoger al médico, y, aunque en la sanidad pública se manifiesta una verdadera voluntad de mejorar su oferta, no se materializa.

Cuando se habla de futuro de la sanidad privada no se pretende decir que es uno, porque hay 17 comunidades autónomas y muchos países en Europa. Se puede mejorar la gestión de recursos y hay un despilfarro importante, por eso hay que trabajar en una carta de derechos y deberes. Es más fácil implementar sistemas de calidad integrales y globales, no sólo de cara a la mejora económica, sino para que lo que se ejecute repercuta en la mejora de la salud del paciente y de su calidad de vida.

La relación del ciudadano con su ministerio no debe verse contaminada por situaciones políticas. La respuesta del privado siempre va a ser mejor que la del público, porque pregunta al usuario, (necesita de su feed-back) y esta es una opción que va a ir creciendo, y lo que el ciudadano pide es calidad: el ciudadano no quiere listas de espera, además este sistema nos cuesta mucho dinero.

Otro asunto importante: en el sistema público no se atiende de forma adecuada al paciente crónico. En el caso de los diabéticos, ¿Por qué no se financian programas para evitar llegar a pies amputados? El ciudadano quiere un sistema de salud (público o privado) que, con su dinero, gestione su salud. Los crónicos son los que más gastan. La sanidad privada da cobertura donde no lo hace la pública, donde no hay cohesión.

El corsé de la sanidad pública es la política. En el sistema privado no suele haber los mismos problemas, por eso creo que la gestión privada ayuda a superar esos corsés. La concesión funciona muy bien, porque ya hay modelos, lo que hay que analizar es al concesionario. La libertad de elección, es otro de los corsés que no tiene la privada.

¿Dónde estaremos en el futuro? Donde el ciudadano nos ponga. Diseñar sistemas sanitarios es fácil en el papel, pero no en la práctica. Nos falta alguna reflexión económica, que tiene que ver con las capacidades económicas del país. Lo importante es cuánto hay que gastar en salud y repartámoslo como queramos: público y privado. Esa restricción está en la mesa y nos afecta a todos, porque la demanda no va a parar de crecer, y, sin embargo los recursos son limitados. Hay que ver de qué manera podemos obtener más eficiencia con los recursos que tenemos. Desde ese punto de vista, creo que obtener recursos adicionales de los ciudadanos, siempre que sea de manera voluntaria, porque ya hay bastante presión impositiva.

En un Estado de Bienestar, no se puede hablar de contraponer el sector público al privado, por otra parte, en España, el modelo de las autonomías juega un papel importante. La evolución de la sanidad privada depende de cada comunidad autónoma, porque entiendo que no es malo un sistema de 17 comunidades, que son 17 centros de inteligencia. Por otra parte, no se le puede decir al sector privado que es necesario hoy para algunas cosas y dejarlo de lado mañana, ya que necesitan hacer sus inversiones y sus previsiones.

En una sociedad de bienestar, el objetivo no es ganar dinero, es mejorar la salud. Es verdad que tenemos que cambiar la forma de gestionar las consejerías, que parece que sólo se encargan del sector público, porque al privado le incomoda ver que quien decide, por ejemplo sobre su oferta de profesionales, no les tiene en cuenta. Ambos sectores pueden competir en igualdad de condiciones, porque de lo que se trata es de gestionar bien.

Siempre habrá un grupo de población que busque en la privada cosas que no encuentra en la pública, y no es sólo una cuestión económica, también lo es de calidad percibida y de confianza, dos parámetros que son muy subjetivos. La evolución será la que tenga que ser, pero siempre habrá ciudadanos que opten por la privada. La colaboración entre Administración y empresas es sólo uno de los posibles marcos, y hay experiencias, aunque no todas sean igual de eficientes. Pero, crear entornos que faciliten la mejora de la gestión es bueno, y ahí la iniciativa privada tiene cosas que aportar, pero es verdad que hay restricciones por ciertos grupos políticos y de interés. .

La sanidad pública y la privada han cambiado, pero las velocidades son distintas y las posibilidades de adaptarse, también, y eso hace más eficiente a la privada, que está menos encorsetada por cuestiones como la política, que quedan al margen. La privada tiene un claro papel cuando la sociedad gana en calidad de vida, y un gran futuro.

Via: redaccionmedica.com