Nuevo avance hacia un corazón totalmente artificial


La compañía Carmat ha hecho público su primer modelo de corazón artificial, informa Le Figaro. La empresa nació hace veinte años de una alianza entre Jean-Luc Lagardère y Alain Carpentier, director del laboratorio de estudio de prótesis y trasplantes cardiacos del Hospital Europeo Georges-Pompidou, de París.

Según Carpentier, su ventaja con respecto a los muchos aparatos que compiten en este terreno es que puede reproducir perfectamente la hemodinámica de un corazón natural. Para ello está dotado de dos mecanismos de bombeo en lugar de uno solo: uno por ventrículo. Además, el órgano artificial está equipado con los sensores más modernos desarrollados por EADS para misiles. Su función es adaptar el funcionamiento de la máquina a las necesidades del paciente, y hacerlo de forma rápida y automática.

Otro progreso es que Carpentier estima que su corazón rebasaría la barrera de la biocompatibilidad, lo que reduciría los problemas de rechazos.

Carpentier ha recibido entre otros el premio Lasker 2007 por sus ensayos pioneros con válvulas porcinas, pero lleva desde 1968 desarrollando investigaciones encaminadas a la reducción de problemas de biocompatibilidad.

En los últimos diez años, el corazón artificial de Carmat se ha ensayado en secreto en ovejas y terneros. La próxima etapa consiste en fabricar diez modelos y, previa aprobación de la autoridad correspondiente, iniciar ensayos clínicos en humanos en un plazo de dos años.

Uno de los mayores puntos que quedan por definirse del nuevo producto es su fuente de alimentación.

Actualmente hay implantados unos 900 corazones artificiales en todo el mundo, con una vida media de 4 años.

El nuevo corazón resuelve los dos principales problemas a los que hasta ahora se habían enfrentado las prótesis cardiacas artificiales. Al contacto con materiales artificiales, la sangre crea coágulos de sangre que multiplican los riesgos de accidentes cardiovasculares. "Los materiales biológicos utilizados en este corazón son hemo-compatibles, lo que limita los riesgos de coagulación", señaló Carpentier. Philippe Pouletty, que también ha participado en el proyecto, precisó que el material orgánico utilizado es de origen animal, similar al empleado habitualmente para fabricar válvulas cardiacas.

Por otro lado, los antecesores de la prótesis no regulaban de forma automática la actividad cardiaca, sujeta a cambios en función de la actividad del portador. El nuevo corazón está dotado de captores electrónicos y de un complejo sistema electromecánico que detecta la posición en la que se encuentra el paciente, de pie, sentado o tumbado, además de la presión venosa y arterial ligada a su actividad, por lo que adapta la frecuencia cardiaca y el fluido a las diferentes situaciones. "La idea es que el paciente que lleve este corazón pueda incluso correr sin tener que preocuparse de regular la prótesis", explicó Carpentier.

Para el profesor Pouletty, se trata de la primera prótesis "que imita las propiedades fisiológicas de un corazón humano real". El instrumental que incluye el corazón se ha inspirado del que se usa en la fabricación de tecnología punta para aviones y satélites, puesto que parte de la financiación del proyecto corre a cargo del consorcio europeo EADS. "Hemos reunido a un equipo multidisciplinar que nos ha permitido obtener soluciones innovadoras que difícilmente se les hubieran ocurrido a científicos procedentes del campo de la medicina", señaló Pouletty. Uno de los retos más importantes del proyecto era la miniaturización del instrumental, puesto que el corazón tiene la misma talla y el mismo aspecto que un corazón humano.

Para llegar a este instrumento que va a "alargar la vida a millones de pacientes", un equipo de investigadores franceses ha precisado de 15 años de estudios y una inversión de 55 millones de euros, financiados en parte con dinero público. Pero el profesor Carpentier consideró que el coste final de cada corazón artificial será similar al de un trasplante humano.
La prótesis ideada por los médicos franceses tendrá una duración de "al menos" cinco años en su primera fase, aunque los científicos aseguran que en los desarrollos sucesivos su vida aumente hasta alcanzar los 20 años. "Inicialmente es una buena respuesta para pacientes que no tienen otra salida inmediata. Ofrece cinco años más de vida a enfermos que no tienen ninguna esperanza", aseguró Pouletty. La principal limitación de la prótesis está ligada a su sistema de alimentación, ya que funciona con baterías que deben ser recargadas. "En la actualidad estas baterías duran entre cinco y seis horas, pero estoy convencido de que con los progresos técnicos en esta materia, cuando procedamos a los primeros trasplantes su autonomía será mayor", afirmó Carpentier.

El corazón ha sido presentado a la prensa tras quince años de trabajos que se han desarrollado en un absoluto secreto. "No queríamos dar falsas esperanzas a los enfermos hasta que no estuviéramos seguros de que había opciones de que funcionara", ha afirmado Pouletty.

Via: diariomedico.com