Las
fiestas navideñas suelen dejar paso al posterior periodo de rebajas y
descuentos en la mayoría de tiendas y grandes almacenes, lo que puede favorecer
el desarrollo de trastornos de compras compulsivas de productos que "en
realidad no se necesitan".
Las épocas en las que hay ofertas de rebajas son
periodos en los que es más difícil de detectar el problema porque "hay una
cierta justificación" de algunas compras por el propio periodo de rebajas
y "una mayor tolerancia" por parte de los familiares.
Generalmente, estas personas tienen una
dependencia y una necesidad de comprar "superior a su voluntad" que,
por tanto, suele ser "incapaz de controlar". "Cualquier excusa y
cualquier situación es válida, pero lo que los diferencia es que no compran
porque lo necesiten, sino para dar salida a su compulsión", reconoce este
experto.
El 80 por ciento de los casos se da en
mujeres, muchas de ellas amas de casa de entre 40 y 60 años, que "han
perdido la motivación y suelen padecer un trastorno obsesivo", y junto a este perfil hay otros como trabajadores con
alto nivel de estrés para los que comprar en rebajas se convierte en su válvula
de escape, y adolescentes con un nivel socioeconómico medio-alto con
dificultades de adaptación, que pueden haber sufrido trastornos de personalidad
o algún episodio depresivo moderado o un trastorno de la alimentación.
No obstante, la
condición social no es determinante y "el hecho de tener un mayor poder
adquisitivo no implica que en personas con menos posibilidades no se reproduzca
este tipo de trastorno".
Para evitar caer en estas tentaciones, se recomienda "no justificar la compra por las rebajas, sino por la
necesidad que realmente exista".
Sobre todo porque, tras el deseo
irresistible previo y la tensión interna que sólo se alivia con la compra,
muchos de estos pacientes pasan a un sentimiento de frustración y enfado debido
a lo inútil de la compra y la insatisfacción personal por no haber sido capaz
de contenerse", ha apuntado.
Estos episodios se pueden llegar a
reproducir varios días a la semana y la personas afectadas tienden a ocultarlo
a su allegados, que solo son conscientes de la situación en contadas ocasiones.
De hecho, el problema del comprador compulsivo es que
no va a la consulta "hasta que la familia se planta porque ha quemado la
tarjeta".
Esto hace que en las consultas de
Psiquiatría sólo se vean los casos más graves o los que se dan en personas con
otro trastorno adicional. En muchos casos son también trabajadores
compulsivos o sufren una pérdida del control de sus impulsos en muchas áreas de
su vida.
De hecho, se estima que el 60 por ciento de
los casos puede hacerse crónico, de ahí que este experto aconseje acudir al
médico "en el momento en que no se puede controlar el impulso y es más fuerte
que su voluntad".