“Necesitamos un nuevo modelo, no vale poner parches”, esa es la idea que defiende Ignacio Para, presidente de la Fundación Bamberg, y por la que desde dicha fundación ha emprendido la creación del llamado “Modelo de Futuro de Gestión de la Salud”, que se presenta al público el mismo día en el que la Ley General de Sanidad celebra su 25 aniversario. A diferencia de otros informes y diagnósticos, que se basan mucho en la influencia de la crisis económica, en esta ocasión, tal como manifestaba el exministro de Sanidad Bernat Soria, que acudía a la presentación, “necesitamos un sistema estructuralmente sostenible, estamos responsabilizando a la crisis de todo, y mi punto de vista es que no es la crisis la responsable de los problemas financieros del SNS, sino que es un tema estructural”. Soria, se mostraba por tanto “ni a favor ni en contra del informe, sino a favor del debate, necesitamos debatir, somos ciudadanos y somos demócratas, y el demócrata debate”. Con esta idea, el exministro sostenía que “vamos a resolverlo juntos, o no lo resolveremos, y esto pasa por un Pacto por la Sanidad, en el que Mario Mingo y yo estamos de acuerdo”.
Mario Mingo, portavoz de Sanidad del grupo popular en el Congreso de los Diputados, intervenía también en la presentación de este modelo de gestión, que seguirá trabajándose durante todo este año, para presentar el próximo 25 de abril de 2012 una nueva versión con nuevas aportaciones y anexos. El diputado defendía por tanto, que “este extenso informe será uno de los informes de referencia para el ámbito sanitario de los próximos años, ya que no se centra sólo en el diagnóstico, sino que apunta ideas interesantes”. A su parecer, “es una propuesta con la que se puede estar de acuerdo o no, pero es la base para la discusión de hacia dónde va el SNS, ya que toca todos los puntos clave como la gestión, la política de profesionales, la política farmacéutica, la investigación y la innovación”
Tal y como lo enunciaba Ignacio Para se trata de “una propuesta apartidista y apartidaria, con opiniones de expertos, desde el sentido común y con sensatez, sin academicismos, y con vocación de continuación en su desarrollo y perfeccionamiento”. Las soluciones que propone este modelo pasan por ideas como el ajuste de las prestaciones a la financiación disponible, la gestión eficiente, el empleo de los recursos públicos y privados en conjunto, la libertad en la elección de médico, la transparencia en la información, la regulación estatal de la interoperabilidad, y un desarrollo legislativo común, entre otras. Igualmente, en su análisis de la situación actual realiza críticas al modelo actual, que incurre en fallos como el no desarrollo de la Ley General de Sanidad, o en palabras de Ignacio Para, el que “la Sanidad se haya convertido en un instrumento de poder de los gobiernos de las Comunidades Autónomas, generando un movimiento de inversiones no necesarias, de lujo e ineficientes, hoy difícilmente sostenibles”. Por todo ello este modelo pasa por ideas como la separación de la financiación, el aseguramiento y la provisión, por lo que “el Estado pasaría a ser el que financia, el tomador del seguro, el ciudadano el asegurado y los centros asistenciales se concertarían con las aseguradoras”.
Respecto a los problemas de financiación, como el copago, este sistema no aborda un copago por acto médico, ya que el coste burocrático de su gestión sería excesivo. Igualmente, sobre la otra diana en cuestión de financiación, como es el gasto farmacéutico, este modelo propone centrarse más en el control de la eficiencia y eficacia del consumo de medicamentos.
Nuevo papel del médico
“Decimos que vamos a erradicar la atención primaria, pero porque le hace falta un cambio radical”, así explicaba Para uno de los puntos principales de esta propuesta, que es definir el papel del médico, sobre todo en primaria, donde la idea es “eliminar los niveles asistenciales, para convertirlos en procesos asistenciales”. El médico de cabecera, por tanto, pasaría a ser el corresponsable en la gestión de la salud del ciudadano, y tendría el papel de discriminar y de organizar la demanda, además de educar a sus pacientes en la correcta utilización del sistema. Todo ello pasa por eliminar la figura del funcionariado en los profesionales sanitarios y por crear unas retribuciones en función a las capacidades y las competencias.
También se aborda la necesidad de un nuevo estatuto para los profesionales sanitarios, y la transformación y el desarrollo de los colegios profesionales, así como una reforma en profundidad del actual modelo de formación universitaria y de especialistas, en el que exista una autogestión de las universidades públicas.
Mario Mingo, portavoz de Sanidad del grupo popular en el Congreso de los Diputados, intervenía también en la presentación de este modelo de gestión, que seguirá trabajándose durante todo este año, para presentar el próximo 25 de abril de 2012 una nueva versión con nuevas aportaciones y anexos. El diputado defendía por tanto, que “este extenso informe será uno de los informes de referencia para el ámbito sanitario de los próximos años, ya que no se centra sólo en el diagnóstico, sino que apunta ideas interesantes”. A su parecer, “es una propuesta con la que se puede estar de acuerdo o no, pero es la base para la discusión de hacia dónde va el SNS, ya que toca todos los puntos clave como la gestión, la política de profesionales, la política farmacéutica, la investigación y la innovación”
Tal y como lo enunciaba Ignacio Para se trata de “una propuesta apartidista y apartidaria, con opiniones de expertos, desde el sentido común y con sensatez, sin academicismos, y con vocación de continuación en su desarrollo y perfeccionamiento”. Las soluciones que propone este modelo pasan por ideas como el ajuste de las prestaciones a la financiación disponible, la gestión eficiente, el empleo de los recursos públicos y privados en conjunto, la libertad en la elección de médico, la transparencia en la información, la regulación estatal de la interoperabilidad, y un desarrollo legislativo común, entre otras. Igualmente, en su análisis de la situación actual realiza críticas al modelo actual, que incurre en fallos como el no desarrollo de la Ley General de Sanidad, o en palabras de Ignacio Para, el que “la Sanidad se haya convertido en un instrumento de poder de los gobiernos de las Comunidades Autónomas, generando un movimiento de inversiones no necesarias, de lujo e ineficientes, hoy difícilmente sostenibles”. Por todo ello este modelo pasa por ideas como la separación de la financiación, el aseguramiento y la provisión, por lo que “el Estado pasaría a ser el que financia, el tomador del seguro, el ciudadano el asegurado y los centros asistenciales se concertarían con las aseguradoras”.
Respecto a los problemas de financiación, como el copago, este sistema no aborda un copago por acto médico, ya que el coste burocrático de su gestión sería excesivo. Igualmente, sobre la otra diana en cuestión de financiación, como es el gasto farmacéutico, este modelo propone centrarse más en el control de la eficiencia y eficacia del consumo de medicamentos.
Nuevo papel del médico
“Decimos que vamos a erradicar la atención primaria, pero porque le hace falta un cambio radical”, así explicaba Para uno de los puntos principales de esta propuesta, que es definir el papel del médico, sobre todo en primaria, donde la idea es “eliminar los niveles asistenciales, para convertirlos en procesos asistenciales”. El médico de cabecera, por tanto, pasaría a ser el corresponsable en la gestión de la salud del ciudadano, y tendría el papel de discriminar y de organizar la demanda, además de educar a sus pacientes en la correcta utilización del sistema. Todo ello pasa por eliminar la figura del funcionariado en los profesionales sanitarios y por crear unas retribuciones en función a las capacidades y las competencias.
También se aborda la necesidad de un nuevo estatuto para los profesionales sanitarios, y la transformación y el desarrollo de los colegios profesionales, así como una reforma en profundidad del actual modelo de formación universitaria y de especialistas, en el que exista una autogestión de las universidades públicas.
Via: diariomedico.com