Un ictus cuesta más de 27.000€ durante el primer año


Un ictus, o accidente cerebrovascular, altera la calidad de vida del paciente que lo sufre y de todo su entorno familiar. Las familias que lo han sufrido lo saben muy bien.

Un año después de haber sufrido un ictus, el 49% de los pacientes tiene algún tipo de dependencia, siendo de moderada a importante en la mitad de los casos.

El cuidador principal de un paciente con ictus suele ser una mujer (70% de los casos) con una edad media de 56,26 años que dedica de 30 a 34 horas a la semana al cuidado del paciente. La mitad de los afectados por un ictus reciben cuidados por amas de casa o pensionistas y jubilados, lo cual plantea un reto de futuro por la potencial desaparición de estos roles.

El 34,5% de los cuidadores son trabajadores activos que tienen que modificar su situación laboral, principalmente reduciendo la jornada, por la sobrecarga que conlleva cuidar de un paciente con ictus. Cabe destacar que 3 de cada 10 cuidadores se ve forzado a abandonar su trabajo.

Sólo durante el primer año un ictus cuesta 27.711€. De éstos, 18.141€ corresponden a cuidados informales prestados por personal no profesional, habitualmente familiares del paciente. Los cuidadores informales sufragan el 92% del coste del cuidado de los pacientes, puesto que son muy pocos lo que reciben ayudas relacionadas con la ley de la dependencia o que tienen acceso a los servicios sociales formales que ofrecen los distintos niveles de la administración. En relación al gasto hospitalario se estima un coste de 5.850€ durante el primer año de un ictus, tan solo un 40% del coste estimado por los sistemas sanitarios. La carga global del ictus genera un coste superior a otras enfermedades y demencias. Sin embargo, a pesar de su elevado coste socio-sanitario, ni la sociedad en su conjunto ni el sistema sanitario valoran esta carga.


Estas conclusiones se desprenden del estudio CONOCES que evaluó, durante un año, la evolución y costes del ictus en las unidades de ictus de 16 hospitales de 16 comunidades autónomas de España. Las visitas se hicieron durante la hospitalización, a los tres meses y al año. El estudio se basó en 291 pacientes que habían sufrido un ictus. Los resultados del estudio CONOCES se presentaron en la LXV reunión anual de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Zapatos para diabéticos


Una de las principales causas de amputación de pie por evento no traumático es la diabetes.

Esto debido a que la diabetes provoca daños severos en los nervios periféricos de los pies, lo que llevará en forma paulatina a la pérdida de la sensibilidad, por lo que la persona diabética podrá no sentir un zapato apretado, una herida producto del roce o una quemadura por un objeto caliente, por ejemplo.

Otro efecto provocado por la diabetes es la circulación deficiente, lo que aumenta el riesgo de infección y la dificultad en la cicatrización de heridas.

Si descuida su diabetes con el tiempo podría dañar los nervios y los vasos sanguíneos. Los nervios periféricos son los que comienzan en la médula espinal y siguen hasta las extremidades: brazos, manos, piernas y pies. Cuando estos nervios están dañados los pies no reciben suficiente sangre y oxígeno y pierde la sensibilidad en los pies. Sin la sensibilidad adecuada podría herirse su pie o ser picado por un insecto, sin sentirlo. 

Las heridas, aun las más leves, podrían llegar a infectarse y causar úlceras, en casos más severos, podría ser causa de amputación.

Por eso es vital el control adecuado de la diabetes y usar calzado en todo momento. Mientras menos expuestos tenga sus pies a picaduras de insecto, posibles heridas por objetos punzantes o cortantes, o a cambios ambientales como frío o calor extremos, menor el riesgo de infecciones.

Rutina de cuidados del pie diabético

El zapato ideal para el pie diabético es el que protege sus pies, es cómodo y ofrece estabilidad.

El zapato para el pie diabético debe cubrir los dedos y los talones. Si compra zapatos de piel asegúrese de que no tengan costuras sobresalientes en el interior del zapato. El interior del zapato debe ser liso y suave.

El mejor momento del día para comprar zapatos es en la tarde o noche cuando sus pies ya están algo dilatados. Nunca compre un zapato sin antes probárselo o un zapato que le queda apretado con la esperanza de que va a estirar.

Pruébese los zapatos de ambos pies y camine con ellos. Deben sentirse cómodo, con la parte del talón firme. Si la zona del talón resbala de arriba hacia abajo según camina, considere medio número menos.

Siempre hay un pie más grande que otro, por eso asegúrese que el pie más grande va cómodo. El metatarso de su pie es el punto más ancho justo antes que comiencen los dedos. Elija un zapato que no le apriete esa zona. Evite los zapatos con punta, es decir que los dedos no estén muy apretados.

Los pies cambian con la edad y así la talla de sus zapatos. Para saber si está usando el tamaño correcto de zapato haga la siguiente prueba:
  • Póngase de pie sobre un pedazo de papel
  • Pídale a alguien que dibuje un trazo alrededor de sus pies
  • Trace una línea alrededor de sus zapatos
  • Compare ambos trazos

El ancho de sus zapatos debe ser más ancho que la medida de sus pies. El zapato debe ser un centímetro y medio más largo que el dedo más largo de su pie. Si encuentra que su calzado usado se vuelve estrecho para su pies, o que sus dedos están muy apretados en la punta del zapato, considere por su propia salud no ponerse más esos zapatos.


Las suelas del zapato deben ser firmes, no resbalosas. Prefiera las suelas algo más gruesas de lo normal, que amortiguan mejor el impacto de las superficies duras. Los zapatos de tacón bajo son más cómodos y seguros que los de tacón alto y no dañan sus pies.

Las rebajas pueden aumentar el riesgo de desarrollar trastornos de compras compulsivas


Las fiestas navideñas suelen dejar paso al posterior periodo de rebajas y descuentos en la mayoría de tiendas y grandes almacenes, lo que puede favorecer el desarrollo de trastornos de compras compulsivas de productos que "en realidad no se necesitan".

Las épocas en las que hay ofertas de rebajas son periodos en los que es más difícil de detectar el problema porque "hay una cierta justificación" de algunas compras por el propio periodo de rebajas y "una mayor tolerancia" por parte de los familiares.

Generalmente, estas personas tienen una dependencia y una necesidad de comprar "superior a su voluntad" que, por tanto, suele ser "incapaz de controlar". "Cualquier excusa y cualquier situación es válida, pero lo que los diferencia es que no compran porque lo necesiten, sino para dar salida a su compulsión", reconoce este experto.

El 80 por ciento de los casos se da en mujeres, muchas de ellas amas de casa de entre 40 y 60 años, que "han perdido la motivación y suelen padecer un trastorno obsesivo", y junto a este perfil hay otros como trabajadores con alto nivel de estrés para los que comprar en rebajas se convierte en su válvula de escape, y adolescentes con un nivel socioeconómico medio-alto con dificultades de adaptación, que pueden haber sufrido trastornos de personalidad o algún episodio depresivo moderado o un trastorno de la alimentación.

No obstante, la condición social no es determinante y "el hecho de tener un mayor poder adquisitivo no implica que en personas con menos posibilidades no se reproduzca este tipo de trastorno".

Para evitar caer en estas tentaciones, se recomienda "no justificar la compra por las rebajas, sino por la necesidad que realmente exista".

Sobre todo porque, tras el deseo irresistible previo y la tensión interna que sólo se alivia con la compra, muchos de estos pacientes pasan a un sentimiento de frustración y enfado debido a lo inútil de la compra y la insatisfacción personal por no haber sido capaz de contenerse", ha apuntado.

Estos episodios se pueden llegar a reproducir varios días a la semana y la personas afectadas tienden a ocultarlo a su allegados, que solo son conscientes de la situación en contadas ocasiones. De hecho, el problema del comprador compulsivo es que no va a la consulta "hasta que la familia se planta porque ha quemado la tarjeta".

Esto hace que en las consultas de Psiquiatría sólo se vean los casos más graves o los que se dan en personas con otro trastorno adicional. En muchos casos son también trabajadores compulsivos o sufren una pérdida del control de sus impulsos en muchas áreas de su vida.


De hecho, se estima que el 60 por ciento de los casos puede hacerse crónico, de ahí que este experto aconseje acudir al médico "en el momento en que no se puede controlar el impulso y es más fuerte que su voluntad".

Demasiados ansiolíticos.


En España se estima que uno de cada cuatro personas sufre o ha sufrido ansiedad pero el número de personas tratadas por esta causa es mucho mayor, según un estudio del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (Infito), que muestra que hasta un tercio de la población toma o ha tomado alguna medicación contra este trastorno.

El trabajo se llevo a cabo gracias al uso de un instrumento de autoevaluación desarrollado por la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), que fue aplicado a un total de 4.402 personas.
   
De ese modo, vieron que las mujeres sufren más ansiedad que los hombres, hasta un 8 por ciento más, si bien esta diferencia se ha estrechado en los últimos años. De hecho, el porcentaje de personas con ansiedad ha aumentado cerca del 8 por ciento en hombres y un 5 por ciento en mujeres.

"Ellas sufren más ansiedad pero disponen de más herramientas culturales para defenderse de ella y buscan ayuda con más facilidad que los hombres, lo que hace que hayan resistido la crisis mejor que ellos", comenta Fernando Miralles, miembro de la junta directiva de la SEAS.
   
Además, el estudio muestra que las mujeres se medican más que los hombres, ya que lo hacen seis de cada diez con un nivel de ansiedad alto, frente a uno de cada diez hombres.
   
Por edad, hay más casos de ansiedad en las personas comprendidas entre los 51 y 64 años, según manifiestan el 34 por ciento de ellos. Les siguen las personas entre 41 y 50 (31%), los que están entre 30 y 40, y los mayores de 65. Por actividad, los episodios de ansiedad son mayores en los parados (42%) y las amas de casa (31%), seguidos de los trabajadores por cuenta propia (casi un 27%) y retirados o jubilados.
  
"La crisis parece hacer mella en la salud mental de los españoles, ya que dos de las causas fundamentales de los síntomas de ansiedad son los problemas económicos y los laborales. Aunque también afectan los familiares", explica Miralles.  

 Para las mujeres, los mayores de 51 años y los inactivos (jubilados, pensionistas y amas de casa) el principal motivo son los problemas familiares. Los económicos son la causa mayoritaria en los hombres, las personas entre 41 y 51 años, los parados y los trabajadores por cuenta ajena. Mientras, los laborales afectan más a los varones principalmente a  aquellos que se encuentran en torno a los 40 años o menos, ya estén en paro o en actividad por cuenta propia o ajena.

De los síntomas analizados, la preocupación es el que más se sufre, en el 74 por ciento de los encuestados, seguido de la necesidad de beber, comer y fumar en exceso (49%) y la inseguridad (45%). "En el caso de las mujeres también son muy frecuentes los síntomas como los pensamientos negativos o las molestias en el estómago, mientras que los hombres manifiestan mucha tensión", indica el psicólogo.

Otros síntomas analizados han sido el sudor, los temblores, las palpitaciones o aceleración cardiaca, los movimientos repetitivos o la evitación de situaciones.

 "Los síntomas pueden presentarse de manera individual o en conjunto y de manera más o menos frecuente, lo que determinará el nivel de ansiedad del paciente y por tanto el tratamiento a seguir", advierte Miralles.

Cuando la ansiedad es continuada, este experto recomienda acudir al psicólogo y si es ocasional se puede acudir a la farmacia pedir consejo sobre los preparados de plantas medicinales de venta en farmacias para la ansiedad y el estrés.
   
Muchas de estas plantas, reconoce Miralles, tienen propiedades sedantes, ansiolíticas y mejoradoras del sueño y presentan como ventaja que su utilización "no provoca los efectos secundarios de los fármacos ansiolíticos de origen sintético", añade Teresa Ortega, profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid y vicepresidenta de Infito.

Usar el móvil durante las comidas se asocia a una alimentación menos saludable.



Las familias en las que los padres dejan a sus hijos usar dispositivos electrónicos durante las comidas, tanto teléfonos móviles como tabletas o reproductores de música, tienen una alimentación menos saludable que quienes aprovechan ese momento del día para hablar o compartir experiencias.

   Así se desprende de un estudio del Centro de Investigación para la Promoción de la Salud de Niños y Familia de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos) cuyos resultados publica en su último número la revista 'Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics'.

   Desde hace años los expertos vienen recomendando apagar el televisor durante las comidas pero ahora, con la llegada de los teléfonos móviles y demás dispositivos electrónicos, los niños y adolescentes tienen otros entretenimientos con que los padres deben lidiar a la hora de comer.

   En este estudio, se realizó una encuesta a más de 1.800 padres para saber con qué frecuencia sus hijos adolescentes veían la televisión, hablaban por teléfono, jugaban o escuchaban música con auriculares durante las comidas familiares.

   También se preguntó a los padres si establecen normas sobre el uso de estos dispositivos y por la importancia que daban a las comidas familiares. Por su parte, los hijos también se sometieron a otro cuestionario para conocer el nivel de comunicación con sus padres.

   Dos tercios de los padres aseguraban que sus hijos adolescentes veían la televisión durante las comidas en familia alguna vez y hasta una cuarta parte dijo que se trataba de una costumbre habitual.

   El uso de teléfonos móviles, reproductores de música o tabletas era menos habitual durante las comidas pero no tanto justo antes, como reconocían entre el 18 y el 28 por ciento de los padres. Además, tres de cada cuatro padres aseguran que fijan límites a la hora de usar estos dispositivos durante la comida.

LAS NIÑAS USAN MÁS ESTOS PRODUCTOS

   Las chicas eran más propensas a usar los medios electrónicos que los niños y su uso aumentaba con la edad. También es más común entre las familias con padres de nivel educativo más bajo.

   Lo llamativo fue que, entre los padres que admitían un uso más habitual de dispositivos electrónicos, había un menor consumo de ensaladas, frutas, verduras, zumos y leche y, por contra, se bebían más bebidas azucaradas.

   En el estudio no se preguntó a los padres si ellos también recurrían a móviles y otros dispositivos en las comidas pero, en cualquier caso, el estudio muestra como prescindir de las nuevas tecnologías sirve para reforzar la comunicación familiar y mejorar la alimentación.